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Nadir

Oscar (Ojcar, de muvi)

La peli esa sobre Óscar Domínguez es un truño mayúsculo. Que sí, que la peli sobre Óscar Domínguez es un tranque. Todavía no la vi. ¿Entonces? Es que uno que es primo de otro que sí la vio me comentó que es una tremenda cagada, luego me dijeron que en un pase que dieron en Segovia para varios expertos en el impacto del color naranja en el surrealismo tacorontero entre los años 1920 y 1935, la gente le pegó fuego a la sala y pedía la cabeza del director.

Atrabancada conversación ficticia pero desgraciadamente cercana a la realidad. Corre el rollo por ahí de que la película Óscar. Una pasión surrealista, obra de Lucas Fernández y que se inspira en la movidita vida del pintor tinerfeño Óscar Domínguez, es desastre hecho celuloide. Prácticamente nadie ha visto en Canarias un montaje completo de la obra, pero lo que se dice es eso: que es infumable.

Viva Canarias independiente pendiente de machacarle la cabeza al primero que se mueva. Las críticas a la película son el síntoma habitual de esta tierra. ¿Óscar. Una pasión surrealista es buena, regulín, mala, un truño, un ladrillo, una pieza emblemática, una película resultona? Hasta el mismísimo día del estreno no se sabrá nada. Pero una importante cantidad de agoreros lleva varios meses destrozando el filme sin siquiera ver medio segundo del metraje. Solo por lo que uno contó que le dijo otro.

Cuántas ganas hay de cargarse la cinta sobre Óscar. En el fondo, los criticones habituales lo que desean es que sus vaticinios sean ciertos. Deseamos que otro canario se estrelle, que otra obra facturada en las Islas y sobre las Islas salga mal, que se demuestre una vez más la mediocridad donde vivimos para justificar así de paso nuestra insoportable hediondez. Si estoy rodeado de mierda, no se notará tanto la aerofagia de mis posaderas. Seguimos instalados en el provincianismo por defecto: si es de aquí seguro que será una porquería.

Las ganas de machacar pueden incluso con la cautela. Ni siquiera se espera a tener delante la obra terminada. Que va! Trancazo en el cogote y a mandar a pique. Cierto que no ayudan las conexiones políticas de Lucas Fernández ni las extrañas prebendas que consiguió para su Plató del Atlántico, tampoco que aquello que hizo para televisión, Madre no hay más que dos, fuera una de las peores series de la historia, pero chicos, hasta el condenado a muerte tiene derecho a la revisión de su caso y hasta The Beatles hicieron canciones flojitas.

Mientras algunos intentan agitar de nuevo el árbol reseco del nacionalismo, en el fondo consuela ver que apenas nos alejamos del catetismo por exceso, o sea, de apoyar lo de aquí porque es de aquí y punto. Justo al contrario, lo de aquí mejor machacarlo, no vaya a ser que los hacendosos con voluntad (y puede que talento) pongan en evidencia a la colección de vagos, de tertulianos de cortados, de resentidos sin currículum y de cantamañanas sin obra que hacen del torpedo a la línea de flotación su manejo diario y habitual.

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