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Nadir

Desmaterializarse

Según el Consejo General del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (ños, qué largo), la vivienda de segunda mano no registrará nuevas bajadas en 2008, ya que "se ha agotado todo su margen de ajuste". Parece una frase absurda que tiene la virtud de ser lo que parece. ¿Qué significa eso de que "se ha agotado todo su margen de ajuste"? ¿De qué cantidades hablamos? ¿En qué se nota el agotamiento? Más que una información, parece una orden. Pero pedirle a la vivienda que se comporte de acuerdo con los intereses del Consejo General del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria (¡uff!) es como pedirle a la lluvia que llueva o que no llueva. La lluvia llueve cuando quiere. Por otro lado, ninguna institución oficial ha reconocido hasta el momento que los pisos de segunda mano hayan bajado. Si no han bajado, ¿cómo es posible que hayan agotado su margen de ajuste?
Todo es muy confuso. Monseñor Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española (qué largo y qué pereza), asegura que el Evangelio no se identifica con ningún proyecto político. En consecuencia, los obispos no apoyan al PP, no recomiendan votar al PP, no son el brazo armado del PP. Hemos leído mal la nota de apoyo al PP que hicieron pública hace poco. La nota de apoyo al PP no era una nota de apoyo al PP. Tampoco las manifestaciones de apoyo al PP que han llevado a cabo a lo largo de la legislatura eran manifestaciones de apoyo al PP. Se ha agotado todo el margen de ajuste. No hablaban de política, sino de las Bienaventuranzas. Bienaventurados los pobres, porque poseerán la tierra. Los pobres de ahora quieren poseer una vivienda digna, pero la Conferencia Episcopal no ha sacado nunca una nota que condenara los precios de las casas, como si la llamada burbuja inmobiliaria no fuera en el fondo una burbuja moral.
Dimas Cuevas, candidato del PP al Senado por Albacete, no denigró a los homosexuales al denigrar a los homosexuales con esos chistes soeces sobre las tortillas y los perritos calientes. A muchos nos parece imposible hacer una cosas sin hacerla, pero no. Pueden bajar los pisos sin que bajen los pisos. Se puede pedir el voto para el PP sin pedir el voto para el PP. Quizá pueda llover sin llover. Todo depende del margen de ajuste. Pizarro, el gran fichaje de Rajoy para sacarnos de la miseria, pronunció el otro día una frase muy ofensiva para la esposa del presidente del Gobierno. Dijo que a Zapatero le compraría la voz de su mujer en el convencimiento sin duda de que las mujeres son propiedades privadas de los hombres. El ex-presdiente de Endesa, al contrario que Blázquez o que Dimas, ni siquiera se ha tenido que explicar. Pero si le preguntas, te dirá que él no es machista. Lo hemos leído mal. Hemos interpretado mal el margen de ajuste. En ese sentido, conviene señalar que tampoco Arias Cañete, al que tanto molestan las mamografías de las trabajadoras ecuatorianas, es xenófobo. O lo es sin serlo, que es a lo que íbamos.
Jérôme Kerviel, el genio que ha hecho perder 5.000 millones de euros al segundo banco de Francia, ha manifestado en una entrevista que "se pierde la noción de las cantidades cuando se entra en este tipo de oficio. Se desmaterializa. Uno se deja llevar un poco". Me ha interesado mucho ese "se desmaterializa". Quizá quiera decir que el dinero, cuando lo manoseas mucho y en importes desmesurados, adquiere una dimensión espiritual. No es fácil pensar en 5.000 millones como en un montoncito de materia. Sabemos para qué sirve un euro, seis euros, mil euros, siete mil euros, un millón de euros? ¿Pero para qué rayos pueden servir 5.000 millones de euros? En tales cantidades se agota todo nuestro margen de ajuste a la realidad. Quiere decirse que estamos hablando ya de pura mística. "Se desmaterializa".
Algo así ocurre con las mentiras. Podemos detectar la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, pero a partir de ciertas cantidades la mentira se desmaterializa obligándonos a penetrar en una atmósfera moral donde no hay derecha ni izquierda ni arriba ni abajo. Conducirse por la mentira, cuando alcanza un tamaño industrial, es como llevar el coche por la niebla. No ves nada. No ves, por ejemplo, que en cada edificio hay siete u ocho carteles de "Se vende", que llevan ahí diez o doce meses. No adviertes que la Conferencia Episcopal se ha convertido en un negociado del PP. No comprendes que los chistes de Dimas Cuevas sobre mariquitas esconden una visión profundamente homófoba. No te das cuenta de que Pizarro es un machista ni de que Arias Cañete es un señorito andaluz al que los criados no le ponen la tostada a su gusto. O sea, que se agota nuestro margen de ajuste con la vida.

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