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Nadir

La muerte en directo

La muerte de Rocío Jurado te pone en el brete de recordar sus éxitos musicales, lejanos y olvidados salvo para los programadores de karaoke. La Jurado cierta vez fue cantante hasta que se convirtió en simplemente famosa. Quizá ella, y la Presley, son las pioneras de ese fenómeno tan español del famosete porque sí o por roce. Tras una vida de exposición pública también su muerte se exhibe ahora a golpe de talonario.
Ante el largo fin de la Jurado se estilan las opiniones que atacan a la prensa del corazón y a sus profesionales. Es otra tanda más en la exacta indignación ante los excesos de lo rosa. Siempre pedimos que se haga algo pero nunca hacemos nada, como en tantos asuntos de la actualidad. Siempre la culpa es de los programadores y editores que informan, cuando no de los lectores y televidentes que consumen. ¿La basura la crea quien la deglute o quien la produce? Sin público no hay medios y viceversa, con que la culpa es de todos.
Nosotros queremos chismorreo y carroña, ellos no dudan en procurarla recurriendo a cualquier artimaña a su alcance, de la misma manera que se engordaban vacas con carne para que tuviéramos más filetes de comer. Ellos y nosotros. Nosotros comiendo y ellos produciendo basura.
Por ese ciclo, y por esa extraña moral que envuelve al periodismo cardiaco de que quien vendió su intimidad siempre está expuesto, a Rocío Jurado ni siquiera la han dejado que se muera tranquila, ni a sus familiares llorarla en paz. Pero es que ya nos están contando que los mismos familiares ya vendieron las exclusivas para aparecer donde sea tras la muerte de la que una vez fue cantante.
Fútbol y prensa rosa trazan una calcomanía perfecta de nuestras vísceras, sacan todas nuestras entrañas y resulta que importa dos mierdas. Al corazón y al fútbol se le tolera todo, desde que acabe con la mínimas reglas del periodismo (que uno sepa, no es noticia que Rocío Jurado siguiera viva, a pesar de que abría incluso telediarios) hasta que ni siquiera se atenga a las elementales normas de la decencia.
Como no tenemos sentido de la medida, los próximos días serán de exageración continua, de recuerdos y homenajes, de parientes llorando y cobrando, de expertos hablando por hablar. Durará hasta el Mundial, no se preocupen.
Nosotros mientras seguiremos ahí, quejándonos por el trato desbordado a la muerte, repasando aquellos éxitos lejanos de Rocío Jurado, de cuando era cantante, indignados con la carnicería mediática, pero sin dejar de mirar a la pantalla para no perder detalle.

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