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Nadir

Ovnis

Leo esta semana en la prensa que, según una investigación del ministerio de Defensa británico, la visión de muchos ovnis se debe a la formación en la atmósfera de masas gaseosas incandescentes. Los científicos, que han analizado datos recogidos a lo largo de treinta años, están convencidos de que los ovnis no proceden de otras civilizaciones ni tampoco de potencias hostiles. Parece que ni siquiera de Iraq, que ni tiene armas de destrucción masiva, ni naves que funcionen con antigravitones, ni Darth Vader resultó ser Aznar. Aunque había sospechas. Pues bueno. Para este viaje no hacían falta estas alforjas. ¿Treinta años investigando y espiando? Me parecen muchos. Si se han fijado, apenas asoman ya en la prensa este tipo de noticias de misteriosos avistamientos, de alienígenas y abducciones, de contactos con dóciles extraterrestres de ojos rasgados y piel morena comiendo aceitunas. Nada. Ni siquiera en los editoriales de El Día se atreven a tanto disparate, y eso que cada día ponen mayor entusiasmo. ¿Es que los marcianos ya no nos quieren? Podría ser. Pero lo más probable es que nunca nos hayan querido ni un poquito. Los muy ingratos, con lo agradecidos y crédulos que somos y más los canarios, que hasta pensamos que el tranvía es un invento moderno. Y es que toda esa parafernalia ufológica de la que tanto gustan aquéllos a los que tan bien pagamos por gastar tan mal nuestro dinero -y, si no, recuerden aquella descomunal memez afortunadamente extinta que llevaba por nombre Phenomena de la TV-Canaria-, no ha resultado ser sino un enorme negocio que ha dejado de producir beneficios. Y es que estamos en los tiempos de internet y de la fotografía digital, del vídeo casero y del Messenger. Y así no hay platillo que aguante en el aire sin que se note el hilo de nylon. Ya no creemos en nada. Ni siquiera los proyectos serios de búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra -como el famoso SETI que apoyara el no menos famoso divulgador científico Carl Sagan- gozan de muy buena salud que digamos. Nadie da un euro ya por los hombrecillos verdes. Y es que, habiendo tanta gente tan rara y tan cerca, no merece la pena gastarse el dinero en fantasías. Al final, y cuando ya les habíamos cogido cariño, nos dicen que era todo mentira. Igual que en política. Qué decepción. Yo que tenía ya unas cuantas fotos preparadas para enviar al programa de Iker Jiménez. Lástima. A ver qué hago ahora con la del frisbi volando a velocidad supralumínica por encima de la catedral de La Matanza. Con lo que me había costado inventarme la catedral, que era como de chiste.

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