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Nadir

Otro año más

Por muchas preguntas que se hagan los padres que perdieron sus hijos en la masacre de Madrid de hizo ayer dos años no creo que sean las que sobre esa barbarie se hacen todavía, sin escrúpulos, algunos políticos en sus reuniones partidarias. No habían recogido aún los cadáveres o no habían acabado de despedir a sus muertos cuando escucharon de alguno de esos políticos la explicación de que los habían matado por ser españoles. Algunos ni siquiera lo eran, pero ni éstos ni los que de verdad eran españoles, podían aceptar que para la sinrazón del terrorismo pudiera darse la razón de la nacionalidad. En medio del dolor, tampoco creo que fuera para ellos una obsesión la nacionalidad de los criminales, pero de tener algún sentido eso de que sus muertos lo fueran por españoles debieron suponer que lo que se quería decir con ello es que la banda terrorista ETA era la asesina. Ahora que, después de dos años de investigación, no hay rastro de ETA en el crimen, podrían preguntarse por qué entre todos los inocentes del mundo los islamistas fanáticos y violentos eligieron a los suyos, pero no creo que en el dolor les merezca la pena y que tampoco esperen que ese político que se preguntaba hace unos días quiénes son de verdad los asesinos se haya preguntado por qué vinieron los asesinos a Atocha. Podrían peguntarse, eso sí, por qué si alguien aseguró que esos asesinos estaban cerca, los suyos se siguen preguntando quiénes fueron. Pero el dolor hace que esas preguntas se den por inútiles desde la convicción de que las víctimas fueron las que fueron y que los verdugos reales fueron los terroristas. Otra cosa es que al ver de qué modo algunos políticos pretenden hacerse pasar por víctimas puedan llegar a sentir la tentación de preguntarse de nuevo hasta qué punto pueden tener éstos tranquila la conciencia. Y no es que les falten informes para responderse, es que el dolor, quizá, no quiera más preguntas.

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