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Nadir

25-O

Las quejumbrosas demandas del PP en pro del restablecimiento
del consenso sobre la política antiterrorista entre los
dos grandes partidos encierran una hipócrita contradicción:
mientrasRajoy extiende una mano abierta al Gobierno para
reanudar un diálogo abandonado en la práctica, con el otro
puño enarbola un grueso garrote para sacudir sin compasión
al presidente Zapatero. Por lo pronto, la afirmación
según la cual los socialistas serían los culpables de la suspensión
del Pacto por las Libertades de diciembre de 2000 es
incierta; los populares incumplieron previamente los dos
principios básicos del acuerdo: que la dirección de la política
antiterrorista corresponde al Gobierno y que esa materia
debe quedar al margen de la confrontación pública. Sólo
Aznar recurrió entre 1993 y 1996 a la felonía de utilizar el
terrorismo como arma masiva de destrucción política del
adversario; las conversaciones de Argel en 1989 y de Suiza
en 1999 entre los representantes del Gobierno (socialista o
popular) y los jefes de la banda armada no fueron malinterpretadas
—como el PP hace ahora— para deslegitimar al
Ejecutivo. La táctica fraudulenta del consenso a palos puesto
en marcha por los populares está más próxima a la concepción
de la política de Carl Schmitt que a la teoría democrática;
tras culpar al 11-M de su derrota electoral, se diría que
los dirigentes del PP han inventado un presunto derecho a la
venganza para regresar al poder mediante la demagógica
manipulación del terrorismo.
El macabro recurso del principal partido de la oposición
a la memoria común de los muertos es otra muestra más de
calculada vileza. El móvil de la inextricable alianza del PP
con la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) —espectacularmente
visible durante la manifestación del sábado—
no es la solidaridad genérica hacia los familiares de los
asesinados o los supervivientes de los criminales atentados;
de otra forma, los populares no discriminarían groseramente
a otras agrupaciones de víctimas por razones meramente
ideológicas. Mientras los directivos de la AVT quieren usurpar
los cometidos propios de los actores políticos en pie de
igualdad con —o incluso por encima de— los representantes
de la soberanía popular, a la hora de tomar decisiones
sobre la lucha antiterrorista, el principal partido de la oposición
se conforma con teledirigir el rumbo antigubernamental
de esa organización convertida en su satélite. La fúnebre
reivindicación por el PP del monopolio de honrar la memoria
de los muertos no se propone sólo parasitar en beneficio
partidista los sentimientos de las personas golpeadas por el
terrorismo, a la rastrera busca de réditos electoralistas; esa
oportunista estrategia también intenta expulsar al Gobierno
fuera del marco de los valores y principios constitucionales.
Es absurdo imaginar que el manifiesto leído el pasado
sábado por el presidente de la AVT —un orate digno del
retablo de Maese Pedro— no había sido previamente aprobado
por los dirigentes del PP que se sumaron al acto. Los
juicios de intención, las sospechas paranoides y las imputaciones
sin pruebas del bochornoso texto reproducían en
gran medida la sarta de falsedades divulgadas anteriormente
por los populares y convertidas en premisas sagradas del
silogismo que arroja la conclusión irrefutable según la cual
ETA vendría gozando de una completa impunidad durante
los últimos años. La estrafalaria moraleja extraída por el
presidente de la AVT coincide igualmente con las calumniosas
acusaciones del PP: “No debemos permitir por un día
más que el Gobierno se arrodille ante ETA”, ni tampoco
que 30 años de crímenes “acaben con una rendición del
Estado de derecho y la humillación de las víctimas y, por
ende, de toda la sociedad española”.
Por supuesto, el presidente del Gobierno corre con la
responsabilidad de la catástrofe; el presidente de la AVT
hace suyo el término traidor acuñado en su día por Rajoy en
el Congreso para acusar bajunamente a Zapatero de traficar
con los muertos. El manifiesto desgranó el rosario de misterios
dolorosos que los portavoces oficiales y periodísticos
del PP salmodian ritualmente, incluida una reveladora referencia
al 11-M: pese a sus peticiones de “saber la verdad”
sobre “cómo y por qué” pudo producirse el atentado, las
investigaciones “sólo arrojan más dudas” y las víctimas
“sólo hemos recibido la callada por respuesta”. Encima eso.
Tócate los cojones.

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