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Nadir

Una de polvos mágicos

El Servicio Canario de Salud (SCS) quiere prohibir los polvos del doctor Meléndez porque tiene enganchadas a más de siete mil personas a un fármaco que, al parecer, cura la diabetes, el alzheimer y el cáncer (no sabemos si todo al mismo tiempo o por separado). A mí me parece que el doctor Meléndez, como bioquímico talludito que es, sabrá qué polvos se trae entre manos y de qué están hechos sus Factor 1 y Factor 2 (dos aminoácidos: Glicina y L-Aspártico) y ni qué decir tenemos de esos siete mil cobayas que están saltando en una pata porque al fin alguien ha descubierto un remedio para las tres grandes plagas del siglo XXI. Me imagino que esa basca de los siete mil son todos ellos personas mayores de edad, con conocimiento de causa (también alguno habrá que sólo lo haga por probar), necesitadas algunas de un nuevo milagro médico, y que el doctor Meléndez les habrá leído la cartilla antes de endosarles este aminoácido tratamiento que incluye una dieta baja en hidratos de carbono. Vamos, lo de siempre: fuera el pan y las papas. Lo que tendría que hacer el SCS es buscar a los siete mil, sondearlos (ponerles una sonda) y revisar su historial médico a ver si se han curado de alguna enfermedad degenerativa y, de paso, poner un poco de orden informativo en este caos de barbitúricos, enseñando al populacho un poco de química elemental antes de que alguien le cuelgue la bandera danesa al doctor Meléndez. Lo que ocurre en este affaire de los polvos mágicos es lo de siempre: que en cuanto alguien se empieza a construir el chalet de lujo ya es sospechoso de algo, aunque ese alguien sea bioquímico titulado con todas las de la ley y haya puesto el laboratorio en su propia casa para no levantarse todos los días temprano para ir al curro. Por otro lado, Sanidad ha detectado una reacción adversa a los polvos en uno de los Siete Mil del doctor Meléndez, tal vez no se trate más que de una diarrea típica (o tópica), yo mismo me descomí como un bendito la semana pasada por una sobredosis de propalgina. Todos sabemos que el cuerpo necesita, cada cierto tiempo, de un desahogo para tanto frasco y a veces el virus, cuando se le maltrata, opta por mandarse a mudar cogiendo la 015 del intestino grueso.
Yo no lo conozco de nada, pero a mí el señor Meléndez me parece un tío muy serio, de barba y bigote, con su bata blanca y reluciente como esos polvos mágicos que receta. Lo que pasa es que hay mucho envidioso en esos foros consagrados a Esculapio que no soporta no tener su propia corte de los Siete Mil, su chalet de lujo y a un abogado que los defienda como don Eligio Hernández, que está mucho más lozano desde que dejó la política y empezó a tomar los polvos del doctor Meléndez.

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