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Nadir

Isla Caspa / Planeta Murga

Bueno, ¿qué decir de una isla cuyo reflejo en los periódicos están protagonizados por una colecta para el pobrecito Obispado, la patriótica salvación de un club de fútbol por parte de varias decenas de desinteresados empresarios y la conmoción de una denuncia judicial que pretende que los carnavales no se celebren en el centro de Santa Cruz? ¿Qué decir, disculpen ustedes, que no entre directamente en lo escatológico? Sinceramente creí que esto no iba a ser así. Pensé que cualquiera de las alternativas sería piadosa conmigo: o la Isla se sacudía la caspa o un servidor aprendería a convivir con la caspa. Por desgracia no ha ocurrido ni lo uno ni lo otro. El espejo de Tenerife tiene los destellos del cutrerío. Una sociedad pacata, crédula, enbobaliconada, incapaz de vertebrarse, de exigirse cambios y asumir riesgos, de romper con caciquismos materiales y simbólicos, de reirse de sí misma y de sus miedos y fantasías. ¿Aquí no hay nada más? ¿Aquí no se puede decir que el Obispado de Tenerife negoció un seguro contra incendios en unas condiciones penosas sin que un ágrafo impresentable intente apedrearlo con su prosa taruga e inquisitorial? Si la Casa Salazar estará reconstruida en un par de años, propongo quemar el teatro Leal este fin de semana y dejar que arda hasta las cenizas, amén. ¿Y que tal carbonizar las miserables aulas informáticas de los centros de educación secundaria? ¿Por qué el Ayuntamiento de La Laguna cede automáticamente el usufructo de la Casa Anchieta a los jerarcas de la Diócesis Nivariense? ¿El Obispado de Tenerife no tiene para pagarse el alquiler de un local? La caspa cae suavemente, como una nevada inevitable, sobre obviedades idiotizantes. Toda esa procesión de prebostes hacia una ermita en El Sauzal para atender la filípica de un diputado que se creería Eamon de Valera si supiera quien es Eamon de Valera, y la presencia alienígena del gerente de Gestur sin el conocimiento del Gobierno autonómico, y las sonrisas y los abrazos machotes y los corrillas susurrantes y el diputado santificando la creación de una promotora para salvar a un equipo de fútbol que es una entidad perfectamente privada con una deuda astronómica, todo esta impúdica mentecatez y ambición apenas maquillada, esta concentración de narcisismo rapaz, ¿no exigiría una condena de los partidos de la oposición, de los aficionados del deporte, de los clubes y los medios de comunicación. ¿Que alguien quiere suspender los Carnavales? ¿Están de broma? Pero si no somos otra cosa. ¿Pretenden desidentificarnos?

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