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Nadir

Currículum compulsa vitae

Las verdades incompletas sólo pueden engañar a quienes tienen la poca vergüenza de contarlas. Se nos dicen, sin ningún tipo de rubor, los porcentajes del paro en las Islas pero olvidan, porque no les conviene darlo a conocer, las cifras de los hombres y mujeres que tienen un trabajo en precario -poco sueldo, mucha tarea y más horas de las debidas a las órdenes del patrón- así como las de aquellos que terminan por asumir cualquier tipo de trabajo porque no les queda otro remedio. No son pocos los políticos que aseguran que en estos momentos contamos con la generación mejor preparada de todos los tiempos y, a pesar de lo que aseguran, no dan a conocer la ingente cantidad de jóvenes que culminan sus estudios universitarios para pasar a ocupar lugar en las colas del paro sin llegar a recibir, nunca, una oferta de empleo digna. A poco que se lo proponga, cualquier canario podría encontrar en su propia familia o en la familia de un conocido, amigo o vecino, el ejemplo vivo de un trabajador en precario o de un parado de larga duración. Hoy día, nuestro ámbito laboral sufre por culpa de un deterioro -cualitativa y cuantitativamente considerado- importante que desborda a las pocas actuaciones llevadas a cabo por los que gobiernan en nuestra Comunidad Autónoma. Y, ante una situación que se nos antoja dramática, se ha puesto de moda exigirle el currículum vitae a todos aquellos que, de manera incansable, tratan de encontrar un lugar en el que ganarse el pan nuestro y de cada día utilizando todas las vías puestas a su disposición: internet, ir tocando de puerta en puerta, haciéndole caso a los muchos anuncios que salen publicados en los medios de comunicación, etcétera. Al principio, por aquello de que la esperanza es lo último que se pierde, entregan su currículum en todas partes sin saber, hasta que la experiencia les obliga a abrir más los ojos, que está llevando a cabo un esfuerzo baldío. Y la cuestión se ha agravado, en los últimos tiempos, porque ya son muchos los lugares en los que se les exige que los documentos aportados hayan sido compulsados. Vamos, como para decir aquello de: "Como éramos pocos parió la abuela". Mas, como todo aquello que va mal es susceptible de ir a peor, el asunto de la compulsa se ha complicado debido a que ya no es posible realizar este trámite en las muchas oficinas que la Administración tiene abiertas y que deberían estar al servicio del público; de todos y cada uno de los ciudadanos que pagan sus impuestos. Así las cosas, cualquiera que tenga que compulsar documentos para entregar -a tontas y a locas- se puede ver en la necesidad de acudir a la oficina de un notario y desembolsar una cantidad de dinero que puede llegar a ser importante en el supuesto, siempre posible, de que el número de documentos sometidos a compulsa pueda ser elevado. En resumen, que a una persona sin trabajo, sin ingresos, con estudios? la obligan a pasar por el calvario que supone pedirle dinero a sus seres queridos para poder presentar un currículum vitae que, en la mayoría de los supuestos, puede ir a parar a la basura. Tenemos, según aseguran los políticos de postín, la generación mejor preparada de la historia. Y a esta generación, ya ven, no se le apoya de la manera que merecen.

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