Pensamiento militar
Entre las materias en las que Bono, generalmente victorioso, puede registrar menos fracaso en su larga vida política están las ceremonias y el marketing. Pero es indudable que últimamente las cosas le han ido mal en ambos campos. Para empezar, la fiesta de la pascua militar, que se presentaba sobria, se la aguó un teniente coronel que se salió del tiesto. Pero, después, a pesar del esfuerzo del ministro por convencernos de que si alguien cuida aquí de las esencias democráticas esos son sus ilustres soldados, no sólo no le han faltado casos de los que emplean un avión para trasladar los aperitivos de las fiestas militares o de los que hacen teatro de aficionados con valores discutibles para reírse de la democracia en los cuarteles, sino reticencias de sus mandos a la hora de los relevos y asimilación de los retratos de la España que dibuja la derecha para convencernos de su España rota. Y esto último es lo que ha hecho ayer un capitán melillense de la Legión que ha confesado no sólo que nuestras Fuerzas Armadas no están contentas con los cambios que la soberanía nacional quiera hacer, sino que él mismo ha estado a punto de presentarse en el ministerio con sus tropas "al ver cómo se está desmembrando nuestra España". Y comprendo la dificultad de la tarea del ministro a la hora de convencer a un ilustre legionario de que España está intacta. Pero veo con desolación que las conferencias sobre España de ilustres intelectuales, organizadas por el ministro, han tenido menos calado en el pensamiento militar que las que desde FAES, bunker del führer Aznar se imponen a Rajoy y que el PP consigue que sean asumidas en los cuarteles. Es muy difícil luchar contra la tradicional vinculación pro-golpista entre la derecha española y el Ejército, aunque se descarte que sus consecuencias en la Europa moderna puedan ser ahora las mismas.
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