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Nadir

Polisemias y lipotimias

 los prosélitos de cierto PPartido (conocido internacionalmente como el Spanish People´s Party) les ha dado por hacer política lingüística en lugar de oposición parlamentaria y, a falta de argumentos contundentes, echan abajo cualquier propuesta de ley por un quítame allá esa etimología. Lo malo es que, a fuerza de buscarle el bichillo semántico a términos tan incólumes como "matrimonio", "estatuto" y "nación", y de llenarse la boca con recursos de inconstitucionalidad, están a punto de ahogarse en su propio vómito.
Tras prolijas y sesudas averiguaciones, han descubierto, por ejemplo, que "matrimonio" no viene de "mariconeo" sino de "madre" y, como madre no hay más que una (o dos, en el caso de las parejas sáficas), han dicho que no, que de bodas gays y adopciones contra natura, ni soñarlo. Y no es que tengan nada contra los bujarrones ni las bolleras, esto que quede muy claro, pero por favor que esos pervertidos dejen de jugar a las casitas, que una cosa es el sagrado vínculo y otra muy distinta el pasteleo y el desmadre, valga la redundancia.
También se han aplicado a un monográfico que podría titularse "La inanición de la noción de nación", donde le enmiendan la plana al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (uy, ¿no será pecado decir una palabrota tan guarra como "lengua"?, porque se empieza diciendo "lengua" y se acaba cogiéndole el gustito al fornicio, o brindando con cava catalán, o cosas peores...), que en su acepción segunda define nación como "territorio de un país." Pero a lo mejor es que "nación" viene de "nacionalcatolicismo" (y ya ha dicho Rouco Varela que "España (Una, grande, libre) será cristiana, o dejará de existir como tal").
En fin, tan vasto es este campo de investigación, que incluso han tenido que delegar en su propia FAES. La cual, tras escudriñar la letra pequeña del Estatut, ha concluido que la regulación de "otras formas de convivencia" que recoge el artículo cuarentaytantos lleva a los catalanes derechitos de cabeza a la poligamia. Cuando no a la zoofilia (fruto de la convivencia con animales de compañía: perros, gatos, tortugas, hámsters y demás fauna), o incluso a la ganadería porque, puestos a convivir, ¿por qué no practicar la convivencia con el ganado vacuno o porcino, ahora que la gripe aviar nos priva del cariño de las aves domésticas?
Lo que no asumen en el Partido Popular, cuando alegan que no se puede modificar la realidad "utilizando el sencillo fraude de cambiar el nombre acuñado de las cosas", es su propia contradicción que consiste en autodenominarse "populares". Ocurrencia cuando menos extravagante, pues popular viene de "pueblo", es "propio de las clases sociales menos favorecidas" (DRAE), y los partidos que defienden los intereses del pueblo nunca han sido precisamente de derechas de toda la vida.
Está claro que la aplicación de cualquier ley progresista puede producir, en sujetos particularmente biliosos y carcundas, una larga lista de efectos secundarios que van desde el tracoma hasta la diarrea mental, pasando por la amnesia profunda: han olvidado ya con qué cinismo alteraron ellos la realidad y el nombre de las cosas cuando la invasión de Irak y el 14-M.

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