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Nadir

Los bancos y la vida que apesta

Según los bancos, nuestra vida es una basura, es una vida puta, pero es que los bancos existen precisamente porque, en la consciencia de que la vida que llevamos no se acerca a la vida que esperamos llevar, nos metemos en créditos.
Las campañas de publicidad están empeñadas en demostrar que tu vida apesta. Las de sorteos tipo lotería y cupón insisten en que todo se arreglará en cuanto te toquen los millones. Sería creíble hasta que conoces a alguien a quien le han tocado los millones y descubres que no es nada feliz y que las perras se las dejó en un negocio mal montado tipo bar, tipo videoclub.
Ahora los bancos también se suben al carro. Hay por ahí un par de campañas en las que deletrean todas y cada una de las peores monotonías de la vida diaria, como una sucesión de imposibles que se puede solucionar, claro, pidiendo un crédito.
El anuncio en cuestión se parece a aquella canción de Rubén Blades que describía las acciones matutinas de un policía antes de salir para el trabajo y terminaba con un verso precioso: "Pero huele a mañana, varón".
En plena duda con el anuncio bancario, en la televisión aparece repetida una entrevista con Luis Rojas Marcos que dice lo de siempre, pero a su manera, con ese acento de sevillano en Manhattan: las felicidad está en no amargarse y en alegrarse con esas pequeñas cosas que tenemos, y sobre todo en dar rienda suelta a las pequeñas cosas que tenemos. La felicidad, por lo general, suele ser gratis, lo que pasa es que en su búsqueda nos vamos entreteniendo con alegrías que salen por una pasta. Tengo un amigo que se plantea como objetivo comprar la última chulería tecnológica. Trabaja, ahorra, la compra, descubre que es una tontería, se amarga pero luego se alegra con la expectativa de la siguiente compra, ¿eso es felicidad? Eso es una mierda.
En cuanto a los bancos, solo queda afirmar que hay que ser muy malo para pretender que con otro entrampe más nos acercaremos a una vida menos puñetera. Pero los bancos, en general, son muy cabrones, por eso tienen tantos beneficios, porque se portan mal, te cobran comisiones por todo, te embargan ante cualquier duda y te tratan peor si eres un ganapán. Los bancos solo te quieren cuando tienes dinero, pero cuando tienes dinero los bancos no te hacen falta.
La felicidad no llegará con otro crédito ni con el próximo sorteo, la felicidad es un barraquito a solas por la tarde, cuando algunos amigos ausentes aún apestan a comisión telefónica.

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