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Nadir

Zaplana y el arte de mentir

Federico Trillo mintió en el Congreso de los Diputados, si damos crédito al Instituto de Toxicología de Estambul que cuenta en un informe que más de la mitad de las víctimas del Yak-42 fueron mal identificadas. Pero según un experto del PP en la chapuza de mentir, don Eduardo Zaplana, habrá que esperar a ver esos informes, porque este nuevo Gobierno, según dijo, es muy dado a lo que él hizo tanto: confundir, filtrar o engañar. De ser así, mientras esperamos a que nos manden a cada uno a nuestra casa el informe turco sobre la grave irresponsabilidad perpetrada en este asunto, al que habrá que creer es a este fino detectador de verdades. Comprendo que es un compromiso para el PP tener sentado en sus escaños del Parlamento al responsable evidente de las mentiras ahora definitivamente descubiertas. Pero también debe de ser complicado para un partido que su portavoz sea alguien a quien cuesta creer tanto como a Zaplana. Sobre todo, si como él dice, este gobierno es proclive a la cizaña y se dedica a generar sospechas. Porque la mejor forma de responder a los infundios no es generando a su vez sospechas, como hizo ayer este insólito portavoz. Cuesta creer que en un asunto como este, tan serio, el principal partido de la oposición tenga menos información que cualquier ciudadano. Y resulta todavía más difícil creer que Zaplana sospeche que su íntimo amigo José Bono releva a una cúpula militar sin contar con datos ciertos. El propagandista Zaplana no ha advertido aún las consecuencias que la mentira tiene a veces, pero tampoco ha comprendido que el recorrido de una mentira es más largo en el poder que en la oposición. Creo que no sabe aún dónde está. O no acaba de creérselo. El arte de mentir es un arte perverso, pero a veces, como en su caso, queda en artesanía barata o mera chapuza.

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