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Nadir

periodismo

El periodismo del siglo XXI no está en la calle sino en internet, por mucho que se empeñen los hermanos Rivero en sentar cátedra desde su atalaya de los Premios Canarias. Cuidado con los premios y homenajes, cuando te los dan es que empiezas a oler a muerto. El Canarias es más homenaje que premio, y su concesión tiene algo de gafe, pero también es resultado del aguante pues, como decía Camilo José Cela, la clave para triunfar en España es llegar a viejo porque solo aguantando se terminaba con la competencia. Uno desconoce si los hermanos Rivero triunfan o no (a uno de ellos no hacen más que salirle amigos para arreglarle el Son Latinos), pero lo cierto es que ya empiezan a ser o a oler a viejos, como sus discursitos.
Todos los argumentos lanzados por Carmelo y Martín hace una semana durante la entrega de los Canarias son fácilmente rebatibles desde un hecho simple: no es posible exigir calidad, rigor, riesgo y ética periodística con sueldos de vergüenza, horarios de letanía y presiones asfixiantes. ¿Les interesa a los directivos de los medios que sus plumillas salgan a la calle y hablen con la gente? ¿A quién coño le importa lo que opina la calle? ¿Cuánto aguantaría en cualquier medio canario un periodista con ganas de callejear y desfacer entuertos? Un desayuno en el Mencey.
La historia del periodismo en Canarias está escrita con la pluma de la renuncia. Muchos talentos huyeron ante esas condiciones profesionales de risa, otros agonizan en puestos grises. Hay unos pocos que, cierto día, descubrieron que el camino para llegar a la cima económica jamás pasa por la simple escritura, entonces decidieron montar empresas, convertirse en asesores o simplemente extorsionar a los poderes aunque digan que se relacionan con los políticos "con el fin de buscar información para la gente". Luego les dan un Premio Canarias y ya pueden entonar cánticos sobre lo mal que está el periodismo pero nosotros, par de premiados, somos ejemplo de que puede estar bien. Pues les estamos esperando. Necesitamos directivos de prensa como ustedes, señores Rivero, necesitamos opinadores avezados y riesgosos. Al periodismo de ahora le sobran empresarios debidos al poder político que escamotean derechos a sus trabajadores y columneros que nunca se mojan porque a ciertas edades los resfriados hacen mucho daño.
Es demasiado fácil hacerse el chachi después de blindarse el riñón, demasiado

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