Genes
En el angustioso ejercicio humano de existir día a día y de reinventar lo ya descubierto, continuamos buscando galaxias fuera y genes dentro. Como los extremos se tocan, llegará un momento en que al asomarnos a un gen veamos una galaxia y viceversa. La realidad -no lo digo yo, lo dicen los científicos- tiene forma de gusano enroscado: si consigues llegar a la boca y salir de ella, te metes sin darte cuenta en el culo y vuelves a empezar. La frontera entre el mapa genético y el cósmico es más delgada que una cuchilla de afeitar, aunque tan cortante como ella. Si limamos sus bordes, veremos finalmente que entre un elefante y una hormiga no hay diferencias sustanciales, ni siquiera de tamaño. Al fondo del pasillo, o de la realidad, no hay otra cosa que un espejo que nos multiplica.
Lo que pasa es que es preciso aparentar que todo esto tiene sentido porque, en caso contrario, caeremos en las drogas, que atacan el azogue neuronal y craquelan la imagen espectral de la cornucopia. Dicen los expertos que está aumentando peligrosamente el consumo de "éxtasis", "crack" y alcohol. Por algo será, pensamos nosotros. Y resulta que sí, que es por la falta de horizontes. O sea, que la gente mira a derecha e izquierda y no ve más que espejos que le cierran el paso. Así que se da a las drogas con la esperanza de encontrar una grieta por la que asomarse al otro lado. Al otro lado hay más espejos, seguro, lo mismo que detrás de un gen se esconde una galaxia, pero entre tanto se va matando el tiempo.
El consumo de drogas, pues, no lo van a arreglar las actuaciones policiales, ni farmacéuticas, sino la imaginación política. Cambien ustedes alcohol por horizontes. No hay mejor alucinógeno que un buen confín a oriente o a poniente, a norte o sur. Pero es que ahora ves lo mismo por todas partes. Hasta el presidente de China, del que esperábamos alguna novedad por venir de un país tan lejos, dice sobre el mercado las mismas cosas que los nuestros. En cuanto a los derechos humanos, calla también lo que se silencia aquí. Con este panorama tan estrecho no es raro que a uno le den ganas de atravesar la luna del armario, aunque sepa de antemano que el panorama, en el lado de allá, es idéntico. Por lo menos estará invertido, lo que ya es una novedad para ir tirando.
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