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Nadir

Post-datos

Visto lo visto, digerido lo masticado y con la cautivadora sucesión de reuniones que no existen para cerrar pactos que no son y de llamadas telefónicas de acuerdos que no han existido, casi nos olvidamos de varios datos esenciales de las pasadas elecciones. Sí, chicos, ya tocaba hacer algo de eso que se llama "análisis electoral", que luego siempre llega alguno a decirte: "Oye, que no escribiste nada sobre los resultados electorales en tu blog".
Pues vamos a escribir de los no resultados electorales. Por un lado, la majadería de la abstención, ese mal endémico de la actual democracia del que solo nos acordamos en la noche de los resultados y al día siguiente. Pero conviene no perder de vista asuntos tales como que abstenciones crecientes restan legitimidad a según qué resultados. Así, la victoria de Coalición en Santa Cruz de Tenerife es casi ridícula, pues en realidad solo recibió poco más que el 17 por ciento de los votos de todo el electorado. Incluso la mayoría absoluta que le quitó todas las arrugas a Ana Oramas  -el mejor Photoshop del mundo y en version full - es tan relativa como que a la rimbombante alcaldesa en realidad solo le votó algo más de uno de cada cuatro de los laguneros llamados a las urnas.
También esa llamada al cambio con la que se le llena la boca a Juan Fernando López Aguilar está limitada a que las opciones de renovación (socialistas, Nueva Canarias y demás murgas oportunistas) apenas suman un tercio del electorado canario total.
¿Se hace algo con esa abstención, se trabaja sobre el vacío ideológico de una generación de votantes que ni siquiera es capaz de optar por el candidato que al menos esté más cerca de sus convicciones políticas, si es que las tiene? . Pues fíjate que no. Nada de nada. Vacío durante cuatro años. Los mismos cuatro años en los que el votante se siente alejado del poder que transfiere. La falta de participación no dura un domingo, dura legislaturas enteras. Pero no toda la culpa es del sistema. Un elector para votar debe estar informado y al tanto de lo que se oferta y maneja. Ser un demócrata en activo es algo más que ir al colegio electoral: es entrar en el debate, formarse e informarse. ¿Quién está dispuesto a ese esfuerzo? El pasotismo del electorado muestra desmovilización, pero también vagancia.
Tampoco se le puede pedir compromiso a un votante que sabe que su voto puede no servir para nada. La disparatada ley electoral que padecemos en Canarias motiva absurdos como formaciones que no entran en el Parlamento con 51.000 votos o que existan exactamente hasta ocho formaciones políticas con más votos que AHI y sin ningún diputado, mientras que Tomás Padrón y los suyos se llevan dos. El sistema se resquebraja y desactiva a los votantes, y seguiremos otros cuatro años sin que nadie se preocupe. Ellos están contentos porque salieron, a los demás, que nos den.

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