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Nadir

Todos tristes tigres

Mejor se hubiera buscado el PP otra cara para que dijera, tan pronto se supo de la aplicación de prisión atenuada a Iñaki De Juana Chaos, que el de ayer era el peor día para la democracia. Primero, porque eso ya lo ha dicho Angel Acebes en tantas ocasiones que resultaba más increíble que habitualmente, que ya es decir, y segundo, porque él mismo ha protagonizado tantas malas horas para la democracia que tendría que repensarse más detenidamente su sentido de la democracia y de la historia. Querer que el Estado dé a un terrorista respuestas propias de terroristas, renunciando a sus responsabilidades legales y a sus obligaciones humanitarias, demuestra el sentido del estado de Derecho que puede tener alguien que como Acebes ha pasado por los ministerios de Justicia y de Interior con bastantes indicios de incompetencia. Pero ocultando que el terrorista no cumplía ya condena por delitos de sangre, sino por amenazas, incide en la incorregible manipulación empleada por su partido para hacer de la lucha contra el terrorismo su principal arma de confrontación política. Tampoco es lo de menos que Acebes, como otros portavoces del PP, ignore que la Justicia no es ajena a la decisión del Gobierno. Pero Acebes, siempre con el mismo guión, tan romo, no sorprende. Más imprevisible es Esperanza Aguirre, que se supera a si misma y ayer superó a su compañero. Para ella, el de ayer fue el día más triste para España, después del 23F. Quizá no recordó el 11- M, porque su conciencia es olvidadiza y comparte con Acebes problemas de cabeza y de memoria, ni recordaría por conveniencia los atropellos a la democracia que está viviendo su Comunidad. Un portavoz de IU, que con todas las otras fuerzas representadas en el Parlamento ha dado apoyo al gobierno en su decisión, dijo que sería un sarcasmo que quienes dieron beneficios penitenciarios a De Juana Chaos cuando cumplía su condena por criminal llamaran ahora a degüello, como si dudara de que ese sarcasmo pudiera darse. Y por si Aguirre y Acebes no bastaran para que el sarcasmo se diera, Rajoy coincidió con ellos en la consigna de la tristeza. Pero amenazó Rajoy con que esta historia no terminará aquí, como si lo dudáramos. En esta historia, según la lógica del PP, han de resultar más benefactores gratuitos del criminal quienes lo acercan ahora a su casa por razones humanitarias, y muy vigilado, que quienes, gobernando ellos, lo acercaron en otro momento a su casa, sin razones humanitarias por medio y cuando cumplía condena por asesino. Está perdida la esperanza de que en un rato de sosiego adviertan que cualquier día de los que vivimos es el peor para la democracia, vapuleada a cada rato por sus mezquinos intereses politicos y su Napoleón fracasado desde AFES

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