Fulanos
Si busca en Internet, encontrará un apartado donde le indican la mala suerte que corrieron algunas personas que desafiaron al destino de la forma más tonta posible. Es el caso de un motorista, que murió aplastado en Arizona cuando, queriendo vengarse del automovilista de una camioneta que le había obligado a disminuir la velocidad, aceleró, rebasó al otro conductor y luego... frenó bruscamente. Por si este ejemplo no termina de convencerles, tengo más. Como el de tres tipos, esta vez en Texas, que estaban pescando en el lago Caddo cuando se desató una tormenta eléctrica. Uno de ellos -según relatan, abogado para más señas- se puso de pie en el barquito, estiró los brazos en forma de cruz y gritó "¡aquí estoy Dios, dispara!". Los otros dos pasajeros de la lancha sobrevivieron al rayo con quemaduras leves... Pero el caso más genial es de un francés -los europeos siempre tenemos más imaginación que los americanos- que para asegurarse de su muerte subió a lo alto de un acantilado, se ató una soga al cuello, bebió veneno y se prendió fuego a la ropa. Saltó al precipicio y se disparó un tiro que ni le rozó, pero cortó la soga. Así que el fulano cayó al agua, donde se extinguieron las llamas y donde vomitó el veneno. Un pescador, cuentan, consiguió rescatarlo del agua y llevarlo al hospital, donde murió de hipotermia. En esta misma tesitura se encuentran en estos momentos los dirigentes y portavoces de Coalición Canaria, Partido Popular y Partido Socialista Canario, desafiándose entre ellos acerca de quién va a gobernar con quién a costa de quién. Pero habrá que esperar hasta el último domingo de mayo para saber a quién partió el rayo, quién frenó antes de tiempo y quién, intentando descerrajar un tiro al contrario, se voló la cabeza y la Presidencia del Gobierno. Paciencia, que casi siempre merece la pena.
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