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Nadir

Vetando el veto

El veto podría ser también de nosotros para los grupos del Carnaval. Llevan demasiados años disculpando sus errores en el amateurismo, en que "esto lo hace el pueblo". Llevan muchísimo tiempo dando excusas para no mejorar, aprovechándose de su condición de reyes del mambo entre enero, febrero y marzo.
El error de Rafael Amargo no es su falta de conocimiento sobre la fiesta, sino, intuyo, su apreciación de que una fiesta tan tremenda como el Carnaval generaría también la misma pasión entre sus practicantes. Pobre Amargo, un loco de la vida, energía en estado puro, un artista que se rifan en medio mundo tiene que venir a Tenerife para que le pongan los pies en el suelo. Con el Carnaval de Santa Cruz te tropezaste, Rafael, no te queda nada. Si la fiesta capitalina se moviera con la mitad de la inventiva, las ideas y el ímpetu de Amargo, estaríamos hablando de algo el triple de grande de lo que ya es. Pero no, el Carnaval sale en punto muerto, siempre igual, siempre bonito, pero siempre con las mismas meteduras de pata.
Los grupos del Carnaval han decidido decirle a Amargo que no se moleste "en visitarnos, pues no será bien recibido en nuestros locales". "Respetamos que dirija la Gala como quiera, pero nosotros somos grupos compactos que no se dividen en 2 ó 3 bailarines geniales que usted quiere seleccionar". Además, las comparsas recomiendan a Amargo que "se asesore mejor acerca de la historia del Carnaval", y le piden "más respeto" para esta fiesta.
"Nos parece impresentable" que Rafael Amargo crea que "con su nivel artístico, que es inmenso, suba la calidad de la Gala de elección de la Reina para transmitirla a latinoamérica", cuando sin él "somos los mejores carnavales de Europa y junto a los de Brasil, los mejores del mundo", señalan las comparsas, las cuales añaden que "si quiere usted su propia comparsa, pues entonces búsquela en otro lado, porque los chicharreros carnavaleros ya tenemos las nuestras".
La condición de popular no puede servir como eterna disculpa para la bailarina que no se sabe el paso, para la murga aburrida, para la rondalla lisérgica, para la agrupación desafinada. No hay que vanagloriarse de la particularidad del Carnaval de Tenerife como una torpeza aficionada, hay que mirar alto y preguntarse por qué una fiesta de la envergadura del Carnaval no genera su propia industria y sus propios profesionales.
Pero resulta que esos profesionales sí que existen: son costureras, diseñadores, letristas, directores de agrupación a sueldo y músicos mercenarios que tocan con un disfraz mal puesto en cuatro grupos diferentes. Vendemos un carnaval de aficionados para ocultar a los asalariados apátridas que venden su música, sus diseños y sus letras al mejor postor, o al postor al que le tengan más cariño.
Ayer decian en mi particular Embajada China que lo que nos gusta a los tinerfeños de verdad es más opinar sobre el Carnaval que disfrutar del Carnaval. Y creo que tienen razón, porque todo tinerfeño, y sobre todo cada chicharrero, guarda en su interior un entrenador del CD Tenerife y un director de la gala del Carnaval. Y tuvo que llegar Rafael Amargo, con un par, a poner muchas cosas en su sitio... para tropezarse con la reacción pueblerina de un villorrio que solo quiere que todo siga como está, sin darse cuenta de que su Carnaval hace ya mucho que cayó en picado

 

 

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