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Nadir

Amargo

Un pueblo dominado por el tedio necesita de ciertas polémicas para removerse y sentir que aún vive. A Santa Cruz de Tenerife la vida le llega una vez al año por culpa del Carnaval, y mejor si cuenta con alimentos como Rafael Amargo.
Rafael es el elefante en la cacharrería, pero también el foráneo que viene a dar un par de visiones diferentes sobre una fiesta que siempre vivió dominada por la crisis de identidad. No sabes dónde te metiste, Rafael, ni dónde acabarás por culpa de tu entrevista del domingo en El Día, (entrevista culpa de un periodista que huele a calle como Humberto Gonar, una de esas personas que te deja el orgullo de pertenecer a este gremio degradado).
Rafael Amargo está en la fase de comprender qué significa el Carnaval para Santa Cruz de Tenerife, pero sobre todo qué supone para el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Por ahora está en el momento "palmo de narices".
De sus declaraciones, además de notarse un desconocimiento del mecanismo interno de la fiesta, se queda uno con su extrañeza ante la falta de dirección que padece el Carnaval. Lógico. Primero, el que se tiene como uno de los Carnavales más importantes del mundo no cuenta ni siquiera con una concejalía exclusiva, y ya vamos por el tercer Concejal de Fiestas en esta legislatura. Así sucede que los asuntos del Carnaval se dilatan en el tiempo. ¿Se acuerdan del tantas veces anunciado Museo del Carnaval? Es un síntoma más de que el Ayuntamiento jamás supo cómo hacer suyo el espíritu de una fiesta que fue anárquica durante mucho tiempo, y que ahora se celebra según lo decida o no un juez.
Rafael llega con cientos de ideas para dar una cara moderna al nuestro Carnaval, y empezó con la música. La canción que presentaron el viernes es un buen tema y una mala canción del Carnaval.Y si ese es el camino que lleva Rafael, le puede salir en un buen espectáculo que sea una mala gala del Carnaval que gusta a los que no tienen gusto.
Eso ocurre porque Rafael Amargo le quiere imprimir al Carnaval de Santa Cruz algo que nunca tuvo: ambición de grandeza. En este Carnaval, a los revolucionarios siempre se les vio como locos, las mejoras en la fiesta llegaron a golpes, los cambios tardan años en asumirse. Amargo se diluirá en las críticas del terruño, en las demandas de los grupos, que siempre preferirán sus dos segundos de televisión antes que el beneficio para la fiesta. Amargo es el nuevo ZP que deberá soportar todos los golpes. Ya le iniciaron un amago de campaña de descrédito al publicar que cobrará un millón de euros, cuando la noticia era más que matizable.
Fue el primer paso pueblerino de una fiesta que jamás supo internacionalizarse. Quizá porque la base de todo, esa filosofía colectiva del disfrute nocturno del Carnaval, esa razón de ser que es la que de verdad está muriendo, es impalpable, y por tanto invendible.

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