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Nadir

A buenas horas, mangas verdes

A buenas horas, mangas verdes. Esto es lo que se me ocurre decir después de leer lo expresado por el consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias, refiriéndose al empleo y asegurando que Canarias no puede aspirar a alcanzar la media salarial española y a superar en firme sus actuales parámetros económicos si no se toma en serio que hay que producir, ser competitivo y exportar pues, según él, tradicionalmente lo compramos todo fuera, vivimos básicamente del turismo, y así nunca habrá una balanza comercial positiva. Por otra parte recordó que producir y exportar no servirá de nada si no se mejoran las vías de comunicación. Se queda uno in albis al escuchar, por boca de la máxima autoridad en la economía canaria, lo que debe ser conocido ya desde el parvulario. La sociedad canaria no ha dejado de ser zaherida, continuadamente, con el argumento -veraz- de que económicamente siempre ha dependido del monocultivo: la cochinilla, el plátano, el tomate... hasta terminar desembocando en el turismo. Si nos fijamos, hablamos de sectores, todos, en los que se ha trabajado y trabaja mucho para, a cambio, percibir sueldos que difícilmente dan para llegar a fin de mes. Y si hemos hecho este recorrido por los sectores mencionados no ha sido por capricho sino obligados por las circunstancias del momento. Finiquitado el negocio de la cochinilla seguimos exportando plátanos y tomates porque nos apoyamos en unas subvenciones que deben ser negociadas cada vez con mayor ahínco. Y nos queda el turismo, siempre desplazándose por el filo de una navaja, porque, todavía, esta tierra sigue contando con un clima de excepción y una infraestructura hostelera de calidad y capaz de hacer verdaderos equilibrios con tal de no perder la clientela. Todo canario con dos dedos de frente sabe, sin necesidad de escuchar a José Carlos Mauricio, que nuestra situación económica es crítica por inestable. Que es necesario abordar la solución de un problema que ha quedado atenuado, hasta el día de hoy, por las ayudas europeas. Mientras no faltaron ubres que ordeñar -la teta europea dio mucha leche- a ningún político se le ocurrió plantear la necesidad de una industria con la suficiente capacidad para exportar sin temor a competir: en precios o en calidad. Peor aún, la industria canaria, al menos en Tenerife, ha sido acosada hasta límites insoportables por quienes quieren participar de las ventajas del progreso sin aportar nada para conseguirlo. Nuestra carencia de materias primas, el coste de la energía y nuestra situación geográfica inciden, negativamente, en la puesta en marcha de industrias con la consideración de tradicionales. Hace algún tiempo, gobernando Felipe González, alguien lanzó un globo sonda para tratar de convencernos de que existía la posibilidad de instalar en las Islas una fábrica de componentes electrónicos para la ITT. Aquella iniciativa, por razones que ignoramos, se fue al traste. Ahora, cuando José Carlos Mauricio ha sido traicionado por su subconsciente y ha dicho lo que ha dicho, uno le pediría que fuera más explícito y nos indicara cómo y qué industrias debemos instalar y, además, cómo competir con unos países en los que los hombres son explotados por los hombres. Todo lo demás ya lo sabíamos.

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