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Nadir

Evo y las pasiones

A una parte de la familia política española no le cae bien Evo Morales: hablan de él con el desdén con que los pijos hablan de la gente desarrapada o del servicio. Cuando Rajoy intenta ridiculizar la política exterior española, y desdeña para eso a Zapatero, insinúa con burla cierta intimidad de éste con Fidel Castro y Hugo Chávez y los mete a los tres en el mismo saco, como autoritarios y pobres chicos; ahora ya son cuatro. No hay constancia de que Zapatero tuviera urgencia en recibir a Evo Morales, a pesar de que en Bolivia hay no pocos intereses españoles que defender, pero bien por hablar de eso o de los propios intereses de su pueblo, que una cosa tiene que ver con la otra, sí parece que Morales se haya dado prisa en venir, sin ni siquiera haber formado gobierno todavía. Más prisa se dio, sin embargo, en correr a La Habana y a Venezuela para incorporarse a la alianza antiimperialista de Chávez y Castro. Y puede que este recorrido sitúe a Zapatero en una situación más incómoda, al menos ante Rajoy. Pero no es extraño que Rajoy no quiera ni oír hablar de Evo por falta de afinidad. Ser rey es otra cosa: obliga a recibir, a sonreír y a escuchar, y así lo hizo don Juan Carlos con Morales. Los socialistas se empeñan en que quien aspira a ser presidente de gobierno ha de hacer lo mismo y quieren de Rajoy que hable con libertadores con los que no está de acuerdo. Pero miren si Rajoy es fiel a sus principios y a los que desde FAES se le dictan de la mano del mentiroso Aznar que, aunque Bolivia sea la segunda mayor reserva gasífera del subcontinente, que eso si es seguro que le interesa, tanto como a la patronal CEOE, que no ha dudado en verse con Evo, a él un agitador boliviano no le cambia su agenda de actividad, y menos la de descanso, haya sido elegido o no democráticamente, para eso se cayó de un helicoptero, faltaría más. . .las vacaciones son las vacaciones

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