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Nadir

El humillado Blair

Blair, seguramente animado por las torturas, los zulos y las cárceles secretas de Bush, no ve riesgos en la posibilidad de encerrar a un inocente durante 90 días si se trata de encontrar culpables por ese procedimiento. Pero los valores democráticos en Gran Bretaña han hecho que su Parlamento no sea partidario de lo mismo. De modo que el sonriente primer ministro ha sufrido un revés, que unos cronistas llaman "derrota humillante", y otros, simplemente, una humillación. La derrota humillante le supondría sólo una degradación, una depresión, de la que Blair intenta librarse diciendo algo que cuesta creer que lo diga de verdad, "que a veces es mejor perder haciendo lo debido que ganar haciendo lo que no se debe hacer". Pero no hay que excluir la posibilidad de que sea sincero, porque sabiendo ya que las armas de destrucción masiva en Irak las tenía su amigo americano en Faluya, en 2004, noviembre, y que empleaba fósforo blanco para quemar vivos a hombres, mujeres y niños, pudo haber ganado antes, como ganó, "haciendo lo que no se debe hacer", y estar hoy arrepentido. Otra cosa es que, preocupado por las consecuencias que para su país pueda tener su siniestra colaboración se exceda ahora en el recorte de garantías y libertades, con el pretexto de la lucha antiterrorista, y sufra, como algunos cronistas dicen, una humillación. Humillación es la "acción o el efecto de humillar o humillarse". Y casi todas las acepciones del verbo humillar están referidas a postraciones, inclinaciones, reverencias, sumisiones o acatamientos, a los que Blair no está acostumbrado si no es en su relación con Bush. "Hacer actos de humildad" está entre las acepciones del verbo, pero no parece que sea esta su práctica preferida como tampoco fue la de Aznar. Así que quizá otra significación de humillar -"Abatir el orgullo y altivez de uno"- venga mejor al caso, ahora que le van mal las cosas a él y parece que no muy bien a su amigo Bush.

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