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Nadir

Souvenir...souvenir

Mi casa empieza peligrosamente a parecerse al garito de una santera, hasta el punto de que estoy pensando en la posibilidad de comprar velas para darle más ambiente y hasta cobrar a las visitas, de forma que cuando salgan se corra la voz y pueda adquirir fama de milagrero. Luego, cuando le pregunten a los adeptos ¿y consiguió curarte?, ellos contarán que no, "pero me dio una tranquilidad enorme, porque pensé que me iba a cobrar más caro". ¿Cómo he llegado a este extremo?, se preguntarán ustedes. Pues por culpa mía mayormente y de los amigos, empeñados en traerme souvenires esotéricos tras sus viajes por medio mundo. De esa manera han recalado en mi casa desde una Virgen de Fátima, que mi madre consiguió endosarme pese a que opuse feroz resistencia, hasta la mano de Fátima, hija de Mahoma, que según me han dicho, me va a procurar dinero y felicidad. No se crean que ahí acaban mis trofeos, también tengo una especie de ojo siniestro de color azul, procedente de Turquía, que me librará del mal de ojo; auténtica arena del desierto dentro de un frasco aunque desconozco sus propiedades; agua milagrera de Lourdes y espero de un momento a otro la del Jordán, que ha puesto de moda la Infanta Leonor; un negro con un pene descomunal (creo que de Portugal) para la fertilidad; un saquito de gente preocupada (unos muñequitos a los que debes contarles tus penas para liberarte de tus angustias); un llavero con unas semillas de noséqué para que nunca me salgan almorranas; una medallita con mi nombre en caracteres egipcios, y un pollito amarillo que también me traerá buena suerte y que ahora, por lo de la gripe aviar, lo tengo envasado al vacío. A pesar de todo ello, nunca me ha tocado ni la bonoloto, ni el euromillón y encima, mi lotero, que pesa 115 kilos, nunca me ha puesto la mano encima. O lo que es lo mismo, no me ha tocado ni el gordo.

 

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