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Nadir

A sueldo

Acompañantes, figurantes, extras, aludidos, confidentes, colaboradores, invitados, huéspedes, cebos, contertulios, conductores, comentaristas, entrevistados, analistas, testimonios, aludidos, chismosos, charlatanes, animadores, eruditos, firmas, especialistas, interlocutores, desafiadores, insultadores, difamadores, embaucadores… Esta lista de especialidades laborales es difícil de encontrar en la universidad, pero son de las que mayor rendimiento social y económico reportan en los tiempos que corren.

¿Y tú a qué te dedicas? Yo soy… colaborador. No zapatero, aparejador, enfermera o ginecólogo, no, colaborador, o contertulio. El telespectador ya no admira o sigue la carrera de eficaces y expertos periodistas, reporteros o entrevistadores, sino que se suma al bando de menganito el fascista recalcitrante o fulanito el progre descafeinado, gente que cobra (más que muchos de nosotros) por dar su siempre segura, contundente y definitiva opinión sobre los asuntos más variados del mundo: desde la eutanasia hasta el último chisme rosa pasando por el coito después de los setenta.

Una rentable tendencia en las cadenas fue la de contratar a profesionales de demostrable valía y experiencia para hablar y opinar de lo que fuese, cosa que me parece bien porque en España siempre ha habido una tradición tertuliana muy sana y respetable. El problema llega cuando las cadenas apuestan por la reconversión, es decir: que los "opinadores" pasen a insultadores, difamadores o, lo que es menos dañino, meros bufones. Aunque puede que me equivoque con esta palabra. “Ese ha acabado como un bufón”, se dice. Y se dice mal. No es un bufón el que ataca a habitantes de casas, hoteles, granjas y selvas, ese es un mero y eventual asalariado.

Como bien recuerda Alain De Botton, el bufón ataca "a los individuos de estatus elevado que han olvidado su humanidad y abusan de sus privilegios". El verdadero bufón embiste al amo, al que manda, con un par. Y eso sin olvidar que se mezclan churras con merinas entre los fichajes.

¿Cómo, si no, denominar a cada "colaborador" sin caer en el error? ¿Son lo mismo la descocada Sonia Arenas o el vendedor de pisos Kiko Hernández y la curtidísima periodista y escritora Pilar Eyre? ¿Los contertulios se definen por donde están o por lo que son? ¿Son lo que hicieron o hacen lo que son?

La prostitución intelectual ha llegado a la tele disfrazada de entretenimiento. Ahí tienen entre las primeras espadas a gente leída, culta, currante y astuta como Carlos Pumares ('Crónicas marcianas'), Karmele Marchante ('A tu lado', 'TNT') o Jimmy Jiménez Arnau ('Cada día') para demostrarlo. La justificación siempre es, alabada sea, LA AUDIENCIA. Menos de 5.000 elegidos y estratégicos hogares que muerden la manzana del paraíso al enchufar su audímetro. Hace no muchos años, Javier Sardá conducía 'La ventana' en la Ser y Jordi González 'La escalera mecánica' en TVE. Ambos criticaron varias veces la televisión, por aquel entonces mucho mas light, que se hacía. Ahora nos venden las bobaliconas vidas privadas de los demás, nos aderezan su facilidad de comunicación con gritos e insultos y hablan de sexo o prostitución cuando se lo recuerda el pinganillo que viene de arriba. El Dios que controla el programa sólo entiende dos leyes: Uno, subir el share; dos, subirlo aún más. No creo que ni ellos mismos sepan ya en qué momento se vendieron, cual fue el millón arriba o abajo que los animó a comerciar con la nada, que cero diestro e impreso en el cheque insensibilizó parte de su cerebro, ni qué firma sobre papel los llevó a la más espantosa de las obscenidades: el retroceso intelectual consciente y su apología.

Suerte que algunos "colaboradores" pueden casi demostrar en el programa 'TNT' que saben hacer algo más que insultar, agredir, inventar, y perfumar vidas inherentes y caducas. Marchante y Eyre están sueltas, van preparadas, documentadas y disfrutan. Eso se nota, aunque las respuestas en mitad de la publicidad y los videos 'Aquí hay tomate' atenten contra sus interesantes mentalidades.

Tampoco es fácil que los colaboradores rechisten contra la mano que los da de comer, aunque se sientan incómodos. A Pumares se le nota jodido cuando le obligan "a ser él" por órdenes del prostituido guión. Karmele tuvo problemas en 'A tu lado' por algunos comentarios que desde su web hizo sobre el programa (menuda lapidación en directo que le hicieron, sentí temor por Emma y sus súbditos). En definitiva: no son libres, pero tampoco les es difícil disimularlo en tan escaso minutos de intervención.

Por otro lado, los sabios y resabidos conductores son los que mas ganan en nómina pero los que más pierden en dignidad. A ellos les toca creérselo y venderlo a bombo y platillo.

El que no parece casarse con nadie es Buenafuente. El chico se lo monta muy bien. Desplazado a horarios intespestivos por culpa de los realitys de turno, se ríe de Janeiro. Poco le importa meterse con el funcionamiento de 'Aventura en Kenia' o con los pseudofamosos que han metido en la 2 edición de 'La granja'. El público se lo agradece. No somos tontos.

Sin embargo, otros intentan engañarnos. Debatían el otro día en 'Crónicas marcianas' sobre si tener "un trabajo convencional", tipo cajera de supermercado o camarero de after hour, era sinónimo de "inteligencia básica". Qué poca vergüenza, me dije. Con la de gente con carrera y master que tiene que ganarse así la vida, para llegar a casa reventado por un tacaño currelo y ver cómo otros espabilados que han tenido mejor suerte hablan sobre ellos, los ponen en tela de juicio y ganan dinero a su costa. Esos que saben y opinan de todo y que tan bien comunican han perdido la cabeza por la moda y el cheque, están sometidos a las inmorales órdenes de su productora y lo que es peor: No creen en su trabajo… sólo en su sueldo.

Me niego a creer que cuando Sardá lee las audiencias del día anterior y hace show riéndose de la competencia crea realmente que lo que hace con sus colaboradores y neobufones merece la pena. El público aplaude SÍ. Sabemos que eso es pura estrategia de marketing, pero ¿Y tú, Javier? ¿Crees realmente que lo que haces y haces hacer a los que fichas con un generoso cheque es inofensivo sin que me tengas que replicar -al más puro estilo progre millonario- que lo realmente ofensivo es la guerra? ¿Que la gente quiera distraerse y pasar un buen rato es justificación para esa entrega a lo banal de los que saben hacer periodismo o entretenimiento rico, no perecedero? A mi no me dejan ir por la calle desnudo y si me ven gritando o insultando a otro, la policía viene y nos detiene. ¿Por qué en la tele es distinto?

Me río yo de las audiencias, invento del maligno para medir la temperatura de sus llamas y la cuantía del contrato de las muchas almas que compra.

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