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Nadir

Instrucciones de Carnaval

1. No se le ocurra decir, insinuar, siquiera pensar que detesta los Carnavales o que ya lo aburren infinitamente. Será usted inmediatamente calificado como un pureta acabado, como un muermo lamentable y nauseabundo, como un infeliz que a duras penas ha podido ocultar sus despreciables taras hasta el momento.
2. Nunca baje solo a los Carnavales. El solitario carnavalero es un animal siempre sospechoso. Si alguien está solo en plena plaza de España significa que
a) Estás colgado.
b) Estás salido.
c) Estás abandonado.
d) Estás colgado, salido y abandonado.
3. Póngase cualquier cosa, por el amor de Dios. Cualquier cosa. Una peluca. Un sombrero. Unas tetas postizas. Un maquillaje de los jipis a seis euros. Una careta de Águeda Montelongo por tres. La casaca de José Fernando Rodríguez de Azero como dueño de una plantación de esclavos perfectamente indocumentados. Una fantasía periodística titulada Asuntos para no olvidar. Lo que sea. Nada más patético, en la explosión carnavalera, que el individuo que va en mangas de camisa y que, apoyado en una farola, y con un vaso de plástico en la mano, va saludando a los que pasan y garantizando que se lo pasa muy bien, estupendo, cojonudo, colega.
4. Tiene usted que bailar. Sí, usted, no mire para otro lado. Bailar no significa necesariamente agotarse en una exhibición coreográfica que hubiera provocado un infarto a Nureyev. El modelo perfecto (puede usted certificarlo en la calle San José) es Dámaso Arteaga. Dámaso Arteaga, actual consejero de Deportes del Cabildo de Tenerife, baila magníficamente con un mínimo consumo energético y eso sin haber pisado jamás el ITER. Puede bailar durante horas y horas sin apenas mover la prominente barriguita cervecera. Es admirable. Tome ejemplo, pero no se crea que nadie lo está viendo. Todo el mundo lo está viendo, pero en dos horas ya estará el mundo entero borracho y se le olvidará. Justo hasta que pase la resaca.
5. ¡No se siente! Sentarse, aunque sean las cuatro de la mañana, es una herejía bochornosa que, en el mejor de los casos, provocará una generalizada conmiseración.
6. Emborráchese con tino. No empiece hasta medianoche y lleve siempre su propia petaca si no quiere que una intoxicación etílica le lleve a votar a Emilio de Fez en las próximas elecciones o a convertirse en contertulio en una televisión local.
7. Riáse de todos los chistes. "¿Viste Mar adentro?". "Sí". "Bueno, y dime una cosa... El protagonista... ¿Muere al final?". Lo escuché ayer en el primer kiosco que abría en la plaza del Príncipe.
8. El Papa dice que España es tierra de María, y se supone que Su Santidad está bien informado. Por si acaso, lleve papel de liar.

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