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Nadir

Perros sin collar

Los perros del escudo no llevarán collar, ar, ar. Es un tema heraldístico, místico, hasta prístino. Los perros del escudo canario se mostrarán ahora libres de correa como expresión de su espíritu indomable y sarpeta. La medida va en contra de la Ley de Perros, que estipula que todo can debe pasear con su preceptivo collar, correa y bozal. Los perros del escudo serán, por tanto, ilegales, aunque convendría que les encasquetaran cuanto antes el microchip porque ya saben que el olvido es un elemento definitorio de la idiosincrasia canaria, y perro con chip, perro controlado.
El chip sería quizá el depositario último de la fe canarista, una línea ideológica que comienza en la Atlántida y termina con Don Omar y con Pancho, nuestro volcán tranquilo favorito, paradigma de la intranquilidad.
Puestos a menear símbolos, la ponencia parlamentaria de reforma del Estatuto de Autonomía (¿han leído alguna vez una concentración de palabras horribles más larga?: ponencia, parlamentaria, estatuto, todo suena a espanto) discute ahora si le cuelan a la bandera las siete estrellas verdes o no. La medida tiene un cometido doble. Por un lado, hacer aún más espantosa la bandera canaria, una insignia a la que solo le falta el color rojo para ganar el premio al diseño más desastrado, en dura competencia con Sudáfrica y su diseño a la mandela. Por otra parte, despojar al nacionalismo independentista de una de sus señas de identidad más clamorosas. En cuanto un historiador pesado descubra que los guanches en realidad fueron todos una entrada de colaboracionistas con el godo invasor, ya tenemos seis meses de risas garantizadas y al guancherismo ilustrado con un despiste agónico.
Las siete estrellas verdes, para acabar de liarla, podrían ser la excusa perfecta para cambiar el himno de Canarias por esa festiva tonadilla que es Me gusta la bandera, gran éxito en chuletadas y viajes de fin de curso. Hablando de verde, ¿ustedes vieron alguna vez al volcán de Güímar más verde que en el anuncio de la autopista? ¿Desde cuándo se anuncian las autopistas? Ahora se puso de moda montar campañas de publicidad que disculpan las obras, lo que demuestra un pánico visceral ante el único componente de la idiosincrasia canaria que uno considera común a todos los isleños: el trinque.
El canario medio está fundamentalmente trincado. Es una mezcla explosiva: ignorancia supina y enfado tremebundo, como un can desencorallado, como una banderola sin estrellas, como un himno estrellado. Los símbolos patrios convencionales son tan dudosos que permiten cualquier modificación.

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