Hasta el cuello

Ha reaparecido en su Fundación el nuevo profesor de universidad norteamericana, doctor Aznar López. Y me preocupa su foto, la de un hombre que no acaba de encontrarse, alguien más preocupado por las razones por las que otros ganaron las elecciones que por las muy evidentes razones que explican por qué las perdió él. No me extraña que no se encuentre el hombre que no se busca y termine dando la impresión de un sonámbulo. De ahí el patetismo de quien sin rumbo patalea con rabia. Mal va a servir a las ideas la fundación de quien las emplea para agredir, un autoritario que trata de imponerlas. Porque dijo el profesor que su Fundación es "un punto de referencia inexcusable en la batalla de las ideas". Y dice la RAE que inexcusable es "lo que no puede eludirse con pretextos o que no puede dejar de hacerse. Que no tiene disculpa". Las ideas, como se sabe, son "conocimiento puro, racional, debido a las naturales condiciones de nuestro entendimiento". Creo que no es eso lo que sirve para entrar en batallas, sino para evitarlas, pero el ardor guerrero del profesor lo acredita más por sus batallas que por sus ideas. Una cosa sí hay que aconsejar a los diputados de todas las oposiciones: no hacerle caso. Si dice que la masacre del 11-M dio el poder al PSOE no deberán caer en la tentación de preguntarle quién dio lugar a que la masacre se produjera aquí, porque los terroristas seguramente vinieron a Madrid como pudieron ir a cualquier lado. Y aunque diga, como ha dicho, que la izquierda llevará "un baldón colgado del cuello toda su vida" es preciso tener compasión de ese pobre hombre que ya sabe bien lo que es un baldón, y que ya que quería pasar a la historia, a la historia ha pasado con un baldón al cuello. Él lo sabe. Y los demás también. Y no digamos la historia... Ha puesto el baldón a otros para disimular el suyo.