Blogia
Nadir

A la revolución...

... por el aparcamiento. Qué comienzo de columna más innovador para un tema de agostada reiteración. Insisto, ya lo adelantó el grupo Def Con Dos: la revolución empezará cuando a todos nos rayen el coche. Evolución de la tesis: la falta de aparcamiento conducirá al motín de las masas conductoras. Pasó en San Andrés hace una semana. Los sanandreseños (o como se escriba) optaron por la manifestación peatonal para reclamar que no les toquen el aparcamiento. A los pobres les llega ahora el Urban, un planazo por el que se peatonalizan varias calles del barrio costero, se quita espacio para el coche y el poco que queda será de pago. Por eso montaron la que montaron hace una semana. El asunto es intenso, primero porque no deja de ser curioso que se manifiesten por un parking atravesando un paso de cebra (esto es ironía y lo de los monólogos de humor, charlatanería); segundo porque en el tema urbanismo una cosa son los deseos del politiqueo con chófer y otra son las demandas del proletariado de utilitario.
Concejales y alcalde quieren una ciudad de postal sin coches en las calles, solo en los PP (Parkings de Pago). Habitantes desean que les dejen en paz, aparcar gratis en la puerta de lo que sea y que le den a la contaminación, a Kioto y al transporte colectivo. Coches montados encima de la acera o encima de los vecinos si hace falta. El coche es lo primero, la viejita, lo segundo, y er Tete pues según vaya la liga.
Por eso nadie entiende el tranvía de Ricardo Melchior, porque soluciona problemas de un futuro demasiado lejano que llegará dentro de ¿cinco años? Esta falta de proximidad causa la gran crisis de Coalición Canaria, ese empeño en solucionar lo que pasará en una década y desprenderse de las cenas-baile del presente imperfecto. Toma análisis, y sin dietas de "experto asesor". De nada, chatos.
Por si la semana no traía bastante miga neocontestataria, regurgitación del caso Bango aparte (¿para cuándo la tv movie de Barreda y compañía, por cierto?), encima descubrimos que existe una Asociación de Viviendas Irregulares del Sur de Tenerife, una especie de versión hormigonal del Partido para la Legalización de Cannabis. El asunto viene a ser como que usted hace una casa donde le da la real gana y luego ya se la legalizarán.
La ilegalidad se tolera en los dos extremos, para los demasiado grandes y para los que de tan pequeños, se confunden con el pueblo (despistado), la masa (ida) y la plebe (miope). Ahora el aparcamiento cuesta votos. Menuda democracia.

0 comentarios