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Nadir

Meretrices 2006

El próximo verano se disputará en Alemania la Copa del Mundo de Fútbol, ese evento deportivo en el que España siempre parte como favorita, pero luego no se come una rosca. Ya están en marcha los preparativos y las primeras en coger puesto han sido las prostitutas. Junto al estadio de fútbol de Berlín se está habilitando un lupanar con capacidad para más de seiscientas prostitutas que podrán despachar a gusto a un número proporcional de clientes en unos diez minutos más o menos; pues ya se sabe que el respetable termina siempre muy cansado de animar al representativo. Mucha gente ha puesto el grito en el cielo, especialmente por lo de la trata ilegal de mujeres, alarma a la que nos sumamos y que tendría fácil solución si a estas señoras se les pagaran sus trienios y cotizaran como todo hijo de trabajador. Todas las civilizaciones han tenido siempre su leva de prostitutas que han llegado a la ciudad, como un ejército mercenario, a sofocar los núcleos insurgentes que los gobiernos nunca han sido capaces de reprimir. La prostitución es un lenitivo social, una lavativa de interés cultural que no necesariamente tiene que aplicarse por vía rectal. La prostitución ha existido siempre, aunque no creo que sea el oficio más antiguo del mundo, mérito que reservamos para el proxeneta (¿quién fue primero, el chulo o las putas?). En muchas civilizaciones, la prostitución adquirió, incluso, cierta notoriedad social, como era el caso de las heteras griegas que hacían el francés con la misma soltura lingüística que recitaban a Píndaro. Además, existía una prostitución sagrada, de mujeres consagradas a Afrodita, que ofrecían sus servicios a los extranjeros desinteresadamente, sólo por rendirle culto a la diosa del amor y de la belleza. Del mismo modo, cada cuatro años, acudían a Olimpia numerosas busconas para estar junto a los héroes del estadio y compartir con ellos la gloria de una eyaculación. Algo parecido es lo que va ocurrir este verano en Alemania, sólo que esta vez las prostitutas van a disputarle el adefesio amarillo al Ronaldinho y al resto de la basca futbolística. Junto a los estadios de fútbol, el hincha va a encontrarse ese otro terreno de juego en que las porterías estarán francas, sin la oposición de ningún defensa, para convertirse en el pichichi del Campeonato. La prostituta es ese guardameta guapo que sabe en qué momento lucirse con una posturita y cuál es el oportuno para dejarse golear. Yo creo que este año el Mundial va a ser un fiasco de público y que el respetable va a pasar de ir a los estadios para gastarse los cuartos en putas, que son más baratas y también puedes insultar. Los aficionados, por fin, renegarán del fútbol precisamente el mismo día (una Copa del Mundo) en que deberían ser más fieles. Pero cuando lleguen a casa dirán a sus señoras lo bien que jugó la selección, aunque no llegamos a semifinales.

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