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Nadir

Ferraris

El fin de semana pasado estuvo en Tenerife el tío este que le prueba los coches al Schumacher, un tal Marc Gené, que vino a darnos unas clases prácticas de Física Aplicada invitado por una conocida empresa de carburantes; ellos siempre tan preocupados por el fomento de la cultura y el conocimiento. Marc Gené compartió con más de 25 mil aficionados a las prisas sus descubrimientos en el campo científico del movimiento, ese concepto tan sublime que, según Diógenes el Cínico, sólo se puede demostrar andando o, en el caso del piloto catalán, corriendo a toda leche. La demostración tuvo lugar en el municipio de Adeje, para lo cual se cerraron cuatro calles y se montó el escalextric en un momento. Si llega a ser para otra cosa, espera sentado. En principio, el simposio se iba a organizar en Santa Cruz, pero al final no pudo ser y el Zerolo salió en los medios de comunicación pidiendo perdón a la basca capitalina porque la Avenida de Anaga no está para esos alígeros trotes y lo más que soporta es un carnavalero rally de coches antiguos, esas tortugas de la Fórmula 1. Dicen que el ferrari alcanzó los 270 km/h y que más de un fanático del volante soñó esa noche con su cuatrolatas tuneado, cargado de chorbas hasta el radiador, dándole el esquinazo a la Benemérita en la TF-1, dirección Aeropuerto Sur.
Por una vez tenemos que agradecer a nuestros gobernantes esa desprendida consideración que han tenido acercando al populacho ese confuso e intangible mundo de la Ciencia con esta casera demostración de turbodinámica y desgaste de las pastillas de freno que tanto nos ilustra y alecciona. Basta con ver 900 caballos en pleno éxtasis para darse cuenta de que la velocidad es una cosa seria y mucho más trascendente que esa relación inversamente proporcional entre el espacio y el tiempo que nos enseñaron en la escuela. A los regatones de ahora les cuesta un triunfo aprenderse de memoria cuatro fórmulas científicas, pero se saben de carrerilla los Grandes Premios que ha ganado Alonso I El Niñato Velosss y la velocidad media que alcanza un Ferrari en condiciones atmosféricas adversas. Por eso, creo conveniente que nuestros empresarios y gobernantes adláteres sigan fomentando estas lúdicas actividades que tanto acercan la ciencia y el conocimiento a la población. Yo propongo a la Consejería de Educación, tan pródiga en proyectos de no sé qué, uno de Ciencia Popular que incluyera actividades del tipo: "Visita al futuro puerto de Granadilla en la que el alumno podrá disfrutar de una actividad de educación medioambiental observando in situ cómo se destruye un original ecosistema. Se trata de una actividad multidisciplinar en la que el alumno aprenderá también a manejar una pala excavadora, al tiempo que recibirá unas clases de retórica por parte del político de turno que les enseñará a justificar lo que no tiene justificación". A la manera de los antiguos sofistas. O sea.

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