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Nadir

Paquito Moreno, que estás en los cielos

No hay que explicar nada. ¿Para qué explicar algo? No se explica nada y se acabó. Forma parte del abecedario elemental del comportamiento democrático explicar a los ciudadanos las razones de las decisiones políticas. Aquí no. Aquí no hay que explicar un carajo. La próxima destitución de Francisco Moreno como director general de la Televisión Canaria, por ejemplo. Ni la mínima cortesía de advertirle tan solo 24 horas antes, aunque estuviera a punto de tomar posesión como presidente de la Forta. ¿La Forta? Qué risa. Forta mierda. Les importa un higo chumbo.

Y como corolario, como asombroso corolario, la ensoberbecida ausencia de cualquier explicación. Si te atreves tímidamente a buscar las razones puede que te fulminen recordándote que son los que gobiernan, son los que ganaron las elecciones, son el Gobierno. La educación democrática no les da para más. Es uno de los deliciosos subproductos de no haber mamado oposición durante el último cuarto de siglo. Una cosa es gobernar democráticamente y otra, simplemente, mandar. Mandar lo hace cualquiera, hasta un capullo como el profesor Aznar López lo hacia con modales de maton de taberna. Gobernar democráticamente es un arduo ejercicio político que debe buscar su legitimación cotidianamente. ¿Por qué se ha prescindido de Francisco Moreno? ¿Lo hacía mal, regular, catastróficamente? ¿No les gusta cómo le cae la chaqueta? ¿Añoran La Guagua?

No voy a hablar de las cuotas en el Ejecutivo regional. Del estólido y perverso y profundamente dañino ritual del reparto del botín entre las taifas insulares. Desde hace un siglo y medio no hemos podido liberarnos de la lepra del insularismo y ahora vive de nuevo un momento de excepcional resplandor. La satisfacción de las cuotas tribales es el principio sacrosanto por encima de cualquier experiencia política y de gestión, de cualquier solvencia técnica, de cualquier grado de compromiso personal e íntimo con un proyecto político y un país por construir. Se trata de una praxis política que se alimenta a sí misma incesantemente con todos sus malsanos efectos: el isloteñismo político, la ineficacia operativa, los obstáculos para la cohesión del Archipiélago, las tentaciones del clientelismo más rapaz y desvergonzado. ¿Explicaciones? Son superfluas, como incluso comparte el PSC-PSOE. Porque ni coalicioneros ni socialistas se han dignado a explicar los contenidos concretos de una colaboración parlamentaria que ni es un pacto de legislatura ni un conjunto atomizado de acuerdos puntuales, ni carne ni pescado, ni amor ni guerra, ni sí ni no, sino todo lo contrario. ¿Explicaciones? ¿Tú que edad tienes, mijo?

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