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Nadir

Trillo y el honor (?)

En una cultura que sacralizara la concepción del honor, Federico Trillo ya se habría hecho el «hara-kiri». O habría saltado desde lo alto de las alzas de sus zapatos, «¡Viva Honduras!», y pabajo. Pero ocurre que Federico Trillo pertenece a una casta, la política, en la que el sentido del honor no alcanza, no ya para el «hara-kiri», ni siquiera para la dimisión.

Porque a ninguna exigencia moral se le consentirá nunca estorbar el único propósito que termina siendo capital en política: la supervivencia personal, la conservación del pesebre, así sea rebajándose uno como lo hace Trillo.

Tengo la certeza de que, en el ámbito militar, la supervivencia personal importa menos que las exigencias morales y que el sentido del honor. Sólo esto ya unge de superioridad moral sobre la casta política a las familias del Yak, que han de ver cómo una tragedia inmensa, en el Congreso, es diluida en la retórica política de quien no aspira sino a sobrevivir en su escañito, en su covachuela, en su pequeñez de hombre de cabotaje, en su plato de garbanzos con el que atravesar todo el invierno de nuestro descontento.

La ira de los familiares del Yak, además de legítima, es insobornable: a éstos no los va a silenciar Trillo arrojándoles un euro, ni parapetándose en la mentira, ni trasladando el marrón para que se lo coma otro.

La prioridad de la supervivencia personal es la que, para el PP, convierte el Yak en algo que ya debiera estar superado: sólo en términos políticos una tragedia inmensa puede convertirse en un tema con fecha de caducidad. Para los familiares del Yak, nada está superado, no mientras Trillo se burle de ellos desde el escañito, desde las alzas de sus zapatos.

Por eso, porque una ira legítima la entiende el PP sólo como un estorbo político, algún diputado de la misma ralea que las hienas les llamó, a los familiares del Yak, la otra tarde en los pasillos del Congreso, «Gentuza». Antes incluso del accidente, este adjetivo uno tiene claro quién lo merece más. No precisamente el que vive prefiriendo el compromiso y el honor a la supervivencia personal. Sino más bien quien, con tal de sobrevivir, se mea en las exigencias de lo moral. O sea, toda esa casta a la que pertenece Trillo arropado por su partido a pesar de una tragedia que no acaba

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