Almuerzo literario
Es encantadora la amable carta que ha remitido Miguel Zerolo Aguilar a un periódico local para precisar sin mayores ni enojosas precisiones los motivos de su almuerzo y posterior cafecito con José Manuel Soria en Las Palmas de Gran Canaria. Zerolo, cuando no escribe en El Día, escribe muy bien, escribe como alguien muy listo que se cree justificadamente muy listo e incluso se regodea un poco en tanta y tan chisporroteante listeza. En realidad la breve carta de Zerolo es una pieza mucho más literaria que la información que le ha impulsado a escribirla. No nos cabe más que respetar la libertad literaria de Zerolo, un arriscado costumbrista los domingos, un ensayista irónico y british los días laborales, pero un escritor que también conoce los meandros estilísticos del realismo mágico, aunque en el Macondo que gobierna desde hace casi una década (y donde comenzó su carrera política como joven ucedeo hace ya un cuarto de siglo) solo levitan, como Remedios la Bella, las asociaciones de vecinos.
Entre sus ingeniosidades epistolares, Zerolo no se preocupa en deslizar una explicación política de su almuerzo con Soria, "compañero del Parlamento de Canarias", una expresión inédita en el lenguaje parlamentario, una rara simbiosis verbal entre la afectuosidad y el corporativismo. Técnicamente se puede admitir que Zerolo se levantara el jueves con una ansiedad irrefrenable por almorzar con Soria. Se miraría al espejo relamiéndose y pensando: "Me muero por almorzar con José Manuel algo sabroso y ligero. Voy a llamarlo ahora mismo". Quizás el líder del PP de Canarias sea una compañía inmejorable a la hora del papeo, pero no conozco a nadie que eligiera comer con Soria antes que con cualquier otra persona, excluyendo, quizás, a Larry Álvarez, o como mucho a Jorge Rodríguez, más como camarero que como comensal.
Lo magnífico de la literatura, cuando realmente demuestra altura en la expresión artística, es que admite múltiples lecturas. Una lectura posible de un almuerzo tan literario es que Zerolo no tiene con quien almorzar. Sin duda almorzaría encantado con Paulino Rivero, pero está encerrado en el Congreso de los Diputados. Por supuesto que almorzaría entusiásticamente con Ricardo Melchior, pero por desgracia no comparte plenamente sus gustos gastronómicos. Y comer con Adán Martín resulta imposible por los enloquecidos horarios de trabajo del presidente del Gobierno. ¿Con quién va a comer Zerolo?¿Con Ángel Isidro Guimerá? Zerolo almuerza con José Manuel Soria porque se trata de un paisaje y un paisanaje distintos y refrescantes. Zerolo almuerza con Soria porque no le interesa la historia contemporánea, sino un futuro que cabe en tres años, y se aburriría, por tanto, con José Miguel Pérez. Zerolo almuerza con Soria porque le gusta usar el cuchillo y el tenedor y se enfermaría si viera cómo Arcadio Díaz Tejera mete los dedos en la sopa para rescatar a un solitario y goloso garbanzo. Zerolo almuerza con Soria porque Zerolo almuerza con Soria, que es la conclusión más evidente y clarificadora de su lacónica misiva.
Entre sus ingeniosidades epistolares, Zerolo no se preocupa en deslizar una explicación política de su almuerzo con Soria, "compañero del Parlamento de Canarias", una expresión inédita en el lenguaje parlamentario, una rara simbiosis verbal entre la afectuosidad y el corporativismo. Técnicamente se puede admitir que Zerolo se levantara el jueves con una ansiedad irrefrenable por almorzar con Soria. Se miraría al espejo relamiéndose y pensando: "Me muero por almorzar con José Manuel algo sabroso y ligero. Voy a llamarlo ahora mismo". Quizás el líder del PP de Canarias sea una compañía inmejorable a la hora del papeo, pero no conozco a nadie que eligiera comer con Soria antes que con cualquier otra persona, excluyendo, quizás, a Larry Álvarez, o como mucho a Jorge Rodríguez, más como camarero que como comensal.
Lo magnífico de la literatura, cuando realmente demuestra altura en la expresión artística, es que admite múltiples lecturas. Una lectura posible de un almuerzo tan literario es que Zerolo no tiene con quien almorzar. Sin duda almorzaría encantado con Paulino Rivero, pero está encerrado en el Congreso de los Diputados. Por supuesto que almorzaría entusiásticamente con Ricardo Melchior, pero por desgracia no comparte plenamente sus gustos gastronómicos. Y comer con Adán Martín resulta imposible por los enloquecidos horarios de trabajo del presidente del Gobierno. ¿Con quién va a comer Zerolo?¿Con Ángel Isidro Guimerá? Zerolo almuerza con José Manuel Soria porque se trata de un paisaje y un paisanaje distintos y refrescantes. Zerolo almuerza con Soria porque no le interesa la historia contemporánea, sino un futuro que cabe en tres años, y se aburriría, por tanto, con José Miguel Pérez. Zerolo almuerza con Soria porque le gusta usar el cuchillo y el tenedor y se enfermaría si viera cómo Arcadio Díaz Tejera mete los dedos en la sopa para rescatar a un solitario y goloso garbanzo. Zerolo almuerza con Soria porque Zerolo almuerza con Soria, que es la conclusión más evidente y clarificadora de su lacónica misiva.
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