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Nadir

La lista

No dudo de las buenas intenciones de la vicepresidenta y consejera de Sanidad, María del Mar Julios, al decidir la publicación de las listas de espera quirúrgica en los hospitales públicos del Archipiélago (más de 25.000 en la cola) en la página del Gobierno autónomo en internet. No, no lo dudo, a pesar de que una década larga de articulismo político me ha aconsejado instalarme en la duda y pagar religiosamente todas las hipotecas del escepticismo. Pero resulta particularmente llamativo que nos felicitemos, ahítos de orgullo cívico y hasta patriótico, porque el Gobierno de Canarias (la primera, eh, la primera administración autonómica en hacerlo) nos facilite una información a la que tenemos perfecto derecho como ciudadanos y que nos ha sido escandalosa, ruin y miserablemente negada hasta anteayer. Pues nada, que muchas gracias, señora vicepresidenta, es usted muy amable.
Como su partido político o cama redonda, léase Coalición Canaria, lleva gestionando la Consejería de Sanidad desde 1993, cabe suponer que la meritoria decisión es suya y solo suya, y que si los Ejecutivos presididos por Manuel Hermoso y Román Rodríguez no se le adelantaron, no fue por toleta negligencia u ocultación culposa, sino porque no querían preocupar al respetable con minucias. Imagino a sus antecesores en la Consejería de Sanidad y en el Servicio Canario de Salud, señora vicepresidenta, acumulando y contrastando datos hace cuatro, seis, ocho años, sí, en 1995, por ejemplo. “Oye... ¿cuántos tenemos en lista de espera en toda Canarias?” “¿Ahora mismo? Bueeeno... Deben ser unos 8.000 pacientes...” “Pues no digas nada... Total, porcentualmente son cuatro gatos”. De manera que ustedes, sabiamente, han esperado a que se acumulen 25.000 pacientes, 25.000 molestias, angustias, incertidumbres, pequeños y grandes dramas, para desvelar una cifra realmente redonda e impactante. Ahora sí que sí.
¿La publicación de las listas de espera tendrán efectos positivos? No me atrevo a aventurarlo, pero el escepticismo, ustedes disculpen, vuelve a morderme el cogote. Tiendo a no creerlo, fundamentalmente porque aquí, en Canarias, la ciudadanía es un agregado de individuos y no una fuerza sustentada en una sociedad civil más o menos articulada. Y un ciudadano aislado apenas puede ser considerado un ciudadano, igual que un corazón solitario no es un corazón. Estaremos en la lista pero seguiremos sin saber cuándo nos tocará, señora vicepresidenta, e intuyo que estaremos tan huérfanos y meones como antaño a la hora de protestar. Aquí solo protestamos por los pinos de Vilaflor, pero no por nuestras prótesis, nuestras diabetes y nuestras osteoporosis. ¿Se han percatado, pacientes lectores, que buena parte de la autopista del Norte está a oscuras? El Cabildo se niega a recibir la obra y la Consejería de Infraestructuras a pagar las facturas eléctricas.Y así avanzamos durante kilómetros en una emocionante oscuridad. María del Mar Julios ha encendido una bombilla en la sanidad pública. Una bombilla bienintencionada, pero destinada, sobre todo, a iluminarse a sí misma.

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