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Nadir

Más de lo mismo: Irak

Las armas de destrucción masiva no aparecen, no hay atisbo de Sadam por ninguna esquina y Aznar desaparece del Congreso cada vez que le mentan el golfo Pérsico. Son tres grandes ausencias, tres enormes interrogantes que penden como espada de Damocles sobre todos aquellos que llevan diez meses defendiendo la idea de que España está en campaña humanitaria en tierra mora. Ya son cuatro los españoles muertos en la no guerra que nuestro país está manteniendo en Irak y la sangre del último de ellos demuestra que para los no invadidos la bandera roja y amarilla es sinónima de enemigo.

Por mucha falacia que quiera verterse, y el hecho de que la familia del espía asesinado pueda acogerse a las ayudas que el Estado otorga a las familias de víctimas del terrorismo es una más, lo cierto es que este militar fue víctima de un acto de guerra y no de terrorismo. Sólo Aznar, Trillo y compañía siguen creyéndose que las tropas españolas no están inmersas en un conflicto bélico, que acatan de forma directa las órdenes de un ejército de ocupación comandado por el nuevo John Wayne de Occidente, que tras liberar a los iraquíes del sátrapa de Bagdag quiere salvar a los cubanos de las garras del dictador de La Habana mientras él viola los derechos humanos de 660 reclusos en Guantánamo durante 18 meses y mira para otro lado para no ver el Holocausto al que nada selectivamente está siendo sometido desde hace décadas el pueblo palestino.

Bush es el aliado de Aznar, el candidato de nuestro presidente a la Casa Blanca, el amigo que le puso la mano por encima del hombro en las Azores. No es el preferido de los españoles, no es nuestro colega, no es nuestro socio. Pero esas sutilezas no se entienden en las calles de Bagdag, donde la situación está lejos de estar controlada y donde cualquier persona vinculada por uniforme, pasaporte o valija diplomática al apocalíptico Trío de las Azores es un objetivo militar a batir porque los quieren a todos ellos fuera de su patria.

Con su terquedad en no debatir en las Cortes una situación de excepcionalidad para mantener la ficción de normalidad, lo único que está haciendo Aznar es admitir a los ojos de toda la Comunidad Internacional, incluidos los iraquíes, que España acepta incondicionalmente y sin titubeos todas las decisiones de la Casa Blanca en Oriente Próximo. Por lo tanto, todos los españoles desplazados a la zona de guerra deben aguantar las consecuencias de esa decisión nunca enunciada.

Para el Gobierno de Aznar los dos periodistas y los dos militares españoles que han dejado su vida en Irak serán, posiblemente, efectos colaterales producidos por unos incidentes en una zona inestable del planeta en la que todos ellos estaban sabiendo el riesgo que corrían. Pero hay otro efecto colateral más, y es el hecho de que Aznar está violando el Estado de derecho en el que se fundamenta nuestra democracia al ningunear a las Cortes cuando nos metió a todos en una invasión que no tiene cobertura legal por parte de las Naciones Unidas.

1 comentario

Deck -

y lo k te rondaré morena y tal y tal
;)

felicidades, my friend...está visto k eres un monstruo
un abrazote