Blogia
Nadir

Memoria histérica

El silencio es el culpable. Lo sabe Jesús Quintero, El Loco de la Colina, y por eso se burlan tanto los humoristas de sus pausas en su programa de entrevistas. El silencio pone en evidencia.
Miren un ejemplo. Tras la puesta en marcha de esa descafeinada ley de la memoria histórica, varios fueron los plañideros de turno que atacaron la medida. La colección de argumentos estúpidos iba desde el "no hay que remover el pasado" y "no debemos cambiar la historia" hasta el habitual pepeístico de "a la gente en realidad le preocupan otros asuntos". Esta frase el PP la emplea para todo: para atacar el debate sobre el estatuto de Autonomía, para meterse con cualquier cosa, para lo que sea menos para la teoría del complot sobre el 11-M. De seguir la idea del PP, en cualquier momento cualquier parlamento debatirá sobre la nueva temporada de OT, que parece que es lo único que nos interesa.
Pues bien, ahí tenemos un ejemplo palpable y descarnado de que lo habla la recuperación de la memoria histórica: los seis cadáveres de Fuencaliente. Los reaccionarios, los que aún piensan que viven bajo el manto protector de aquel dictador llamado Franco, no dicen nada. Tenían una oportunidad perfecta para atacar la dichosa recuperación en la práctica, pero no la aprovecharon. Lo que pasa es que no tienen nada que decir. En irrebatible. Seis cadáveres, quizá asesinados en los primeros días de la Guerra Civil, en aquellas jornadas donde algunos todavía se empeñan en que no pasó nada y que la culpa fue de "cuatro godos".
Cuando miras a África y a los ojos blanquísimos de sus hijos que vienen a Tenerife en pos de su MP3, salta la misma duda. Ahora es una tragedia humanitaria, ahora buscamos rimas de pobreza y acordes para la desesperación. Ahora lamentamos el desastre. ¿Qué se hizo durante años? Atacar cualquier atisbo de desarrollo económico de Marruecos, lanzar mensajes apocalípticos sobre el posible desarrollo turístico de África, venderles gofio. Pasa justo al revés, callaron cuando debían hablar. Ahora hablan de sobra cuando deberían arreglar los problemas y preocuparse menos por buscar culpas.
Ahora el lenguaje se pasa de rosca y algún disparatado incluso pide manifestaciones callejeras. ¿Contra quién? ¿Contra el hambre, contra los cayucos, contra Ruano, contra las Raíces? Quizá sería hora de regresar a un tranquilo y eficaz silencio.

0 comentarios